Roberto Mendoza
La apuesta del presidente es por la polarización, pero no por una cuestión ideológica, como pretende hacer creer, sino por una cuestión de números. En el país hay alrededor de 91 millones de ciudadanos que solicitaron su inscripción al padrón electoral en el territorio nacional y cuentan con su credencial con fotografía vigente. Hay tantos porque, para tratar de aumentar el número de votantes, esta credencial también sirve como identificación oficial, pero no todos los que tienen esta identificación electoral votan.
En 2018, sufragaron 56 millones 611 mil mexicanos, es decir, el 63.42 por ciento del padrón. De ellos, 30 millones 113 mil 483 le dieron su respaldo a AMLO. En ese entonces, había poco más de 89 millones de mexicanos registrados por el INE. En este año, votamos un poco más de 49 millones, el 52.66 por ciento. Ahí es donde está la preocupación del presidente.
El 4 de junio de 2019, AMLO reconocía que él había polarizado a la nación, pero el 7 de enero de este año lo negó. Para junio, dijo que fue la clase media la que polarizó al país, pues se creyeron el bombardeo tóxico de mentiras de los medios de comunicación. ¿Cuál es la verdad? Como se ve en los números expuestos anteriormente, el 10 por ciento de la población se desencantó de la política y muchos otros, alrededor del 50 por ciento en la Ciudad de México, pertenecientes a la clase media, decidieron no votar por Morena.
¿Qué es lo que pretende el presidente? Polarizar para garantizar una base electoral que le permita a quien él y su partido designe, continuar en el poder. Según sus cálculos, en este momento ya tiene unos 12 millones de adultos mayores en la bolsa por el aumento de la pensión que se le va a dar a estas personas. Como ya lo comentábamos la semana pasada, hay 55.7 millones de pobres y son a ellos a los que quiere separar de la clase media. Si convence a la mitad de esos pobres de que él es la solución a sus problemas más inmediatos a través de los programas sociales, el número de votantes a su favor ya estaría por encima de la cifra con la que ganó las pasadas elecciones. Alrededor de 37 millones de votos.
Ahí está la respuesta a la polarización, a nadie más que a Andrés Manuel López Obrador le conviene que los pobres se convenzan que la clase media, los ricos y los muy ricos son el enemigo, que son ellos los culpables de su pobreza. Si se puede, que se incluyan a los estudiosos, a los científicos, a los emprendedores, incluso a todos los que buscan crecer económicamente y aspiran a algo mejor. Es muy importante para el presidente tener pobres cómodos a los que en lugar de exigirles trabajar se les regale lo más básico. Lo malo es que no hay dinero que alcance y es muy importante recordar que no es dinero que sale de la bolsa del presidente, sino de la bolsa de todos nosotros.
k’erenda rhu: El PRI es un partido que por segunda vez pareciera que está en la lona, pero también parece que algunos de sus líderes tienen claro que solo hay una vía para ganar otra vez un espacio en la vida nacional: trabajar por y para las personas que creen todavía en ese partido. Tal es el caso, aquí en Querétaro, pareciera, de Paul Ospital. En el primer día de la Legislatura, incluso antes de que abrieran las oficinas, fue a inscribir una iniciativa sobre derechos humanos; lo celebro. No se sabe si esta iniciativa prosperará, incluso no se sabe de qué se trata. Lo que se ve es que sí hay ganas y sí hay una forma de decirle a la ciudadanía que quieren y van a trabajar. Ojalá no baje el ritmo o no trabaje en iniciativas que no prosperen, sino que se haga un trabajo legislativo, como el que necesita el estado y el país.
