Los Blanchet
Nos movemos en un mundo de relatividad. Lo que es desfavorable para alguien, puede ser benéfico para otros. Mientras algunos lo ven como un paraíso, otros lo ven como un infierno. Todo, según su percepción, su personalidad, la educación recibida, los valores inculcados y a cómo le haya ido a cada quien en la feria. Sin embargo, pocos pueden decir que los dos últimos años, el 2020 y 2021, fueron buenos. La pandemia, con su estela de pérdidas humanas y desastre económico, han marcado estos tiempos como los peores en lo que va de este siglo, de la misma manera que las plagas y pestes de la antigüedad marcaron sus respectivos tiempos.
El 2022 no se espera mejor: se extenderá la racha de aparición de nuevas variantes del virus que nos trae de cabeza –ahora la ómicron–, que tienen apanicados a la OMS y a los gobiernos mundiales, menos al mexicano. Aquí no pasa nada.
El repunte de la inflación, que se verá aún más atizada por el aumento al precio de las gasolinas, ahora provocado por el incremento al IEPS, pegará irremediablemente en la economía de las familias, principalmente la de las menos favorecidas. La desinversión, el daño ecológico, el cambio climático y la inseguridad continuarán su imparable marcha, así como la persistente carencia de liderazgos verdaderos en el mundo, y en su lugar, el renovado populismo, que exitosamente hace percibir a los gobernantes de las naciones como más importantes que las naciones mismas.
¿Está todo perdido? No todavía, en la medida en que, como individuos, despertemos a la realidad de nuestro libre albedrío, de nuestra capacidad de decidir nuestro destino como individuos al tomar decisiones de vida que nos favorezcan y que, si es posible, beneficien también a los demás. La realidad es cambiante y nosotros podemos incidir en ella a nuestro favor en lo familiar e individual. No hay rebaño más fácilmente controlable que aquel que renuncia a su capacidad de decisión y de ver las cosas como son.
Querétaro ha tomado su rumbo propio, de atracción de inversión y desarrollo económico y, sin que deje de afectarle la debacle nacional y los vaivenes de la economía internacional, el estado tiene una vocación de orden y crecimiento. Sigamos por ahí. Aún podemos hacer la diferencia, mientras queramos.
Doce uvas
Verdaderamente estoy segura de que la tradición de deglutir 12 uvas a las 12 de la noche en cada final de año no es la llave mágica que hace posible que nuestros deseos se materialicen. Desde los 15 años, cuando ya se me permitió departir en la mesa navideña de los mayores, lo he venido haciendo y nunca he tenido el resultado que con tanto fervor he pedido. ¡Así que es tiempo de parar!… Ni he bajado de peso, ni he viajado a Dubái, ni me he sacado la lotería, ni he ahorrado, ni he cambiado al mundo, ni he sido disciplinada, ni he regalado las cosas que ya no utilizo.
¿Por qué solo mencioné siete de los 12 deseos? Porque hasta ahí siempre llego, ya que deglutir tremendas uvas con todo y sus semillas, y al mismo agarrar la copa para brindar, seguido de los abrazos, salir corriendo a la calle para dar la vuelta con las maletas, ponerse los calzones rojos junto con los amarillos, echar cohetes (no cuetes, eso es otra cosa), es un verdadero deporte extremo. Es claro que a la séptima uva ya estoy ahogándome y tosiendo como gato regurgitando sus pelos. Es cuando al terminar mi escena ‘ER’, después de casi haber visto la luz, vuelvo en mí, y lo único que veo es a todos los comensales a mi alrededor pálidos del susto, echándome aire como sopladores de parrillada y cuchicheando que notaron mis calzones rojos al azotar al piso.
Es entonces cuando las cosas en Año Nuevo cambian para mí: la pena me invade por semejante ridículo, olvido en qué deseo me quedé y siento que es justo en ese instante cuando se rompe mi conexión con el universo que, según creo, concede mis peticiones, derrumbándose por completo mi repetitiva intención anual de cumplir con tan poderoso ritual.
Respuesta del Universo
Ya imagino al Universo observándome cada 31 de diciembre a medianoche cual película ‘El Día de la Marmota’, diciéndome: ¿Otra vez, Blanchet? ¿Cuándo vas a entender que las uvas no son ‘bitcoins’ para comprar deseos? El hecho de que uno de los mecanismos para la supervivencia de la humanidad sea proporcionarle sustento y alimento, no justifica que te propases con la comida chatarra, las sodas, la vitamina T y que no vuelvas al ‘gym’. ¡Así no se adelgaza!
Pides ir a Dubái, pero olvidas que te dan fobia los aviones, ‘¡hello!’… Para sacarte la lotería, hay que comprar un billete, daaa… Es más fácil que yo mande a la bancarrota a todas las zapaterías donde compras, que tú ahorres unas monedas.
Seamos honestos, los únicos que han cambiado al mundo son los Beatles, Gandhi, Walt Disney, Steve Jobs y… Hitler. Tú… síguele echando ganitas.
¿Disciplinada? Ni el general Patton hubiera podido contigo y créeme que no hubiera querido intentarlo. Por último, de tus acostumbrados siete deseos anuales, eso de regalar lo que ya no utilizas va a ser misión imposible, porque ya me enteré de que acabas de rentar una bodega, al no caber todos tus cachivaches en tu casa.
Espero, Blanchet, que este año entres en conciencia. Como Universo, suelo funcionar muy diferente a lo que la gente piensa. No me pidas cosas que tú misma no sabrás manejar, porque, por tu seguridad, las primeras veces voy a evitar dártelas, pero si insistes, dejaré que tu libre albedrío se haga responsable y no respondo chipote con sangre. Así que, aguas con lo que me pides, porque yo no me ando con bromas. Si haces las cosas de la misma manera, los resultados no van a ser diferentes a lo que hoy tienes. Cuando quieras dar un cambio, indícame con tus actos que estás preparada para ello y verás que te pongo donde hay. Solo que tendrás que tener un poco de paciencia. Cambiar la existencia de alguien no es sencillo.
Para terminar, lo único que te puedo decir es que la humanidad últimamente se está poniendo de acuerdo en pedirme lo verdaderamente importante: amor y vida. ¡Feliz 2022!
In memoriam
Vuela muy alto, amiga Sandra de Anda, mujer llena de luz que hiciste del servicio a los demás tu misión. Te extrañaremos.
Le esperamos hoy a las nueve de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por ‘streaming’ en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita aquí el próximo jueves… para echarnos otro caldito.
Facebook: @LaKJetaTV
Instagram: la.blanchet
