El Gobierno Federal anunció una “nueva nacionalización” de la generación de energía, dado que 13 plantas de generación formarían parte del patrimonio público y serían operadas por CFE.
Las acciones de Iberdrola subieron rápidamente en su cotización con evidente euforia de sus accionistas. En el mercado de valores esto sucede cuando se percibe que se hizo un buen negocio; entonces de primer rebote Iberdrola celebra.
Esto ocurre mientras que en noviembre CFE había reportado pérdidas altas y una deuda creciente. Hasta septiembre de 2022 el saldo de la deuda de corto plazo era de 104 mil 600 millones de pesos, con un crecimiento anual de 286%; mientras que la deuda de largo plazo aumentó de 358.7 a 363.2 mil millones de pesos.
Se dijo que se agregarían 13 plantas privadas a una empresa pública. Pero resulta que 12 de ellas son plantas viejas de combustible fósil (de ciclo combinado) que quedarán sin utilidad en pocos años y solo una es eólica. O sea, se compró a precio muy alto lo que en su mayor parte es tecnología ya de salida.
Antes de la compra la paraestatal ya tenía parte del control y con la operación referida de todos modos no tiene la propiedad ya que la transacción se hizo a través de Mexico Infraestructure Partners. Así que sigue siendo una entidad privada la que le arrenda a CFE. Conclusión se gana control sobre plantas cercanas a la obsolescencia y pagando a Iberdrola 6 mil millones de dólares, sin necesidad de hacerlo.
¿Si Iberdrola gana? ¿Quién pierde?