Miguel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
La estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador de presentar un paquete de iniciativas en temas muy sensibles y en medio de un proceso electoral, sacudió a propios y extraños que de inmediato se dedicaron a analizar y debatir la pertinencia o la imprudencia del mandatario federal. A favor o en contra, miles de ciudadanos, antes apáticos a la vida política, voltearon a ver lo que propuso el presidente y las consecuencias de sus iniciativas. Se avivó la participación ciudadana y el interés por profundizar en la discusión de temas coyunturales como la reforma electoral, la de pensiones y salarios o la del Poder Judicial.
LO MALO
El ‘timing’ de la 4T hace parecer perversa la intención del presidente. Las reformas, al menos las más delicadas, no pasarán fácilmente por el Legislativo ya que el presidente no tiene la mayoría en las cámaras. Por eso, muchos coinciden en que el enfoque es tener una herramienta electoral que dicte agenda, porque de esto se hablará durante toda la campaña, tanto a su propia candidata como a su adversaria, y a nivel local con los candidatos a diputados federales y senadores. En su momento, habrá que preguntarles qué opinan, cuál será su postura, y en eso se irán las campañas.
LO PEOR
En el 2021 la participación ciudadana cayó un 10 por ciento en comparación al proceso electoral del 2018, solo participaron 821 mil queretanos. Esta disminución podría explicarse en que hace tres años no hubo elección presidencial, sin embargo, no es suficiente para buscar justificaciones cuando partidos y candidatos han hecho de todo, menos el promocionar la participación del elector. El adversario que no se ve en la boleta es el abstencionismo, y López Obrador con sus iniciativas y presiones, junto a los políticos que sólo buscan llegar a como dé lugar a las boletas, no abonan a que el ciudadano se entusiasme con el proceso democrático.