Hugo Lora
El miércoles pasado se aprobó que el presidente pueda perdonar cualquier crimen a cualquier persona, con la condición de que dicho beneficiario proporcione información relevante para el Estado mexicano. Así, como se escucha y con esa discrecionalidad. Esto incluye el perdón a delitos como secuestro, abuso sexual y desaparición cometida por autoridades, sin ningún contrapeso o control judicial. Y como si todo esto fuera poco, una vez otorgada la amnistía presidencial, el perdonado también queda exento de reparar el daño a las víctimas del crimen.
Después de tantas ocurrencias podríamos pensar que nuestra capacidad de asombro ha quedado completamente adormecida, pero esto logró despertarla de brinco.
Después de su votación se mandó al Ejecutivo para su publicación, una vez publicada en el Diario Oficial de la Federación, el presidente tendrá 5 meses para poder otorgar estas amnistías a diestra y siniestra en el ocaso de su administración. Esto nos pone a pensar ¿por qué ahora? ¿a quién se le otorgará? Esto no es ninguna casualidad y seguramente viviremos los efectos pronto.
Esto no solo es peligroso por lo que pueda pasar en esta administración, veamos a futuro ¿qué presidente con mayoría legislativa va a querer renunciar a este poder? Los contrapesos fueron pensados para que el poder controlara al poder. Y hoy, con esta aprobación, el poder presidencial es más fuerte que nunca.