Alejandro Gutiérrez Balboa
Las elecciones en Francia, la guerra en Ucrania y la decisión de la Corte Suprema norteamericana de conceder inmunidad penal a Donald Trump por sus actos oficiales como presidente de su país, parecieran hechos aislados, pero en realidad están íntimamente conectados y dependen el uno de los otros.
La victoria, por primera vez, del partido Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, en la 1ª vuelta de las elecciones en Francia, mismas que tendrán su definición el próximo domingo en la 2ª vuelta, marcan, en caso de confirmarse, que habrá nuevo gobierno en el país galo y que quien lo presida es un enemigo viejo y declarado de la Unión Europea, organismo al que no quieren pertenecer. Esto suena a música celestial para Vladimir Putin, obsesionado con dividir Europa y su Unión; ya logró que Gran Bretaña se saliera el último día de enero de 2020.
Posterior a la última reunión del Grupo de los 7 en Italia de hace 15 días, se acordó aportar fondos a Ucrania con respaldo de los activos rusos congelados como garantía. Además, se han emprendido una serie de iniciativas para respaldar a Ucrania con material militar y personal, destacando el suministro de cazas F-16.
Con ello, no sólo se prolongará la guerra, sino se corre el peligro de una confrontación directa con Rusia, algo que Putin trata de evitar a toda costa. Ya amenazó a Israel con consecuencias en caso de que este país proporcione el sistema de defensa misilística Patriot a Ucrania.
Y, por otro lado, luego del desastroso debate para el presidente norteamericano Joe Biden frente a su principal opositor el pasado jueves, lo más destacado es la decisión de la Suprema Corte de conceder inmunidad a Trump sobre todo por su responsabilidad en el ataque al Congreso en Washington al otro día que perdió la reelección. Si bien no lo deja inmune frente a otro tipo de condenas de las que ha sido ya señalado como culpable, el hecho es que la medida pavimenta su regreso a la Casa Blanca. Más música celestial para Valdimir Putin.
Tener de nuevo a Trump en la presidencia garantiza que el liderazgo mundial que ha mantenido Estados Unidos seguirá mermándose, que sus diferencias ahondarán el distanciamiento con Europa, que ésta se tendrá que valer cada vez más por sí sola, que su unidad peligra ante la llegada de partidos nacionalistas y que Ucrania enfrentará la guerra cada vez menos apoyada por Estados Unidos. El ganador de este tablero mundial es muy obvio, pese a que no cuenta, ni con mucho, con el liderazgo o prestigio para encabezar algún proyecto mundial atractivo.