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Sólo queda una década para salvar a la especie humana, advierte científico

Carlos Uriegas La realidad nos recuerda día con día, inundación con inundación, incendio tras incendio, más la pérdida de la diversidad, la contaminación del suelo, atmosférica y la pandemia que hay una crisis ambiental severa y queda poco tiempo, si acaso una década, para intentar restaurarla, advierte el maestro en ciencias, Abel Ibáñez Huerta. El … Leer más

Carlos Uriegas

La realidad nos recuerda día con día, inundación con inundación, incendio tras incendio, más la pérdida de la diversidad, la contaminación del suelo, atmosférica y la pandemia que hay una crisis ambiental severa y queda poco tiempo, si acaso una década, para intentar restaurarla, advierte el maestro en ciencias, Abel Ibáñez Huerta.

El Investigador de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación de la Facultad de Ciencias de la UNAM explicó la gravedad del problema global.

“Todos estamos conscientes de la crisis ambiental, la cual vemos reflejada de muchas maneras, con eventos extremos, huracanes, golpes de calor, aumento del nivel del mar, el derretimiento de los polos, el cambio climático, que es sólo uno de los problemas. Otro es la pérdida de la biodiversidad, el cambio de uso de suelo relacionado con la contaminación del suelo, del aire y del agua”, compartió de entrada el investigador de la UNAM, Campus Juriquilla.

Algunos datos que ilustran con claridad la crisis ambiental son el incremento de la concentración de CO2 en un 50 por ciento y cada año se acumulan entre 3.5 y 4 mil millones de toneladas de carbono en la atmósfera que ya no pueden ser capturadas por los sistemas marítimos y terrestres.

“La pérdida de la biodiversidad es dramática, ya que ahora mismo hay un millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción. Los principales hábitats terrestres han disminuido en un 20 por ciento. Cuarenta por ciento de los anfibios están amenazados; el 33 por ciento de los corales está en peligro grave, 10 por ciento de los insectos, más del 9 por ciento de mamíferos domesticados que utilizamos para la alimentación y la agricultura se han extinguido y hay mil más amenazados”, enlistó el maestro para dimensionar la problemática.

Pero eso no es todo, a la pérdida de biodiversidad se agrega el problema del cambio de uso de suelo al aumentar la contaminación y generar “zonas muertas”, como la de la franja del cinturón cerealero en Estados Unidos, por el uso excesivo de fertilizantes, con altos niveles de nitrógeno y fósforo que genera algas que consumen el oxígeno y contaminan los ríos. En el mundo hay 479 zonas hipóxicas o “muertas”.

“Hemos rebasado niveles de concentración de varios componentes en la atmosfera que causan el cambio climático, es lo que llaman puntos de inflexión en la generación de gases de efecto invernadero. Para volver a niveles anteriores debemos limitar sus emisiones y aun limitándolo, llegando a cero, tendrán que pasar cientos o miles de años para que se recuperen, algo que a escala humana ya es imposible”, afirmó de forma contundente Abel Ibáñez Huerta.

Una década de restauración

Una vez planteado un panorama crítico para la civilización, el maestro en ciencias destacó que estamos en un punto de no retorno de no hacerse cambios drásticos y recordó la fecha del 1 de marzo del 2019 como el día que la ONU declaró al periodo 2021-2030 como la década de la restauración de los ecosistemas.

“Tenemos muy poco tiempo para que las sociedades humanas restauren los sistemas, 2030 o el 2050 para salvar al planeta, de lo contrario la especie estará en riesgo, quizá la vida continúe, pero la vida humana como la conocemos va a modificarse drásticamente”.

La pandemia es una muestra de la pérdida de biodiversidad

“Zoólogos que han trabajado en esta temática hablan de un proceso de dilución. Al invadir los ambientes naturales por las actividades humanas nos ha acercado más a especies que son transmisores; al abrir las fronteras agrícolas y al darse una gran deforestación se dan relaciones con especies más transmisoras. Ya no hay este proceso natural de amortiguamiento y estamos acercándonos a los hábitats alterando las regulaciones que se dan entre sí”, subrayó el investigador de la UNAM.

Las zonas de amortiguamiento natural, esa frontera o barrera natural está desapareciendo, algo que es evidente también con los impactos que generan los huracanes.

“Los huracanes son más intensos y ahora las barreras naturales las hemos eliminado y los daños son evidentes”.

El problema y el diagnóstico parecen claros y la solución debe ser planeada de manera global, regional y local y en distintos espacios temporales; a corto, mediano y largo plazo.

¿Qué se está haciendo?

El esfuerzo debe vincularse desde distintos ámbitos, desde el punto de vista nacional, México se integra al programa “Sembrando vida”, un programa emblemático del gobierno federal, el cual está inscrito en esta iniciativa global de la ONU. Mientras que a nivel local se realizó el Conversatorio: La Década de la Restauración al que se convocaron diferentes sectores pero al cual sólo asistió el sector académico, ya que la industria y el sector gubernamental no acudieron al llamado.

“Llamamos a académicos, a la industria y al gobierno pero desafortunadamente sólo tuvimos posibilidad de juntar al sector académico; el industrial se negó y el gubernamental no intervino ya que estaban en tiempos de campañas, no obstante, desde nuestros ámbitos debemos impulsar la idea para que estemos todos involucrados, con interacción de los gobiernos federal, estatal y municipal y la iniciativa privada. Debemos sumar las capacidades técnicas, la voluntad política y, la sociedad es la que tiene que impulsarlo, ya que la sociedad es la que salvará a la sociedad”, finalizó.

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