‘La danza es el origen de las cosas’: Fernanda González

Isai López

Fernanda González es una bailarina que se ha desempeñado en el terreno de la danza contemporánea. Originaria de Morelia, pero egresada de la Universidad Autónoma de Querétaro, es directora de la plataforma para el arte escénico Minutos Después, articulada en enero de 2021 y miembro del Colectivo Proyecto MovA desde 2019.

¿Qué es para ti la danza?

La danza (o el movimiento), como muchas otras formas de expresión, representa para mí el origen de las cosas. Para mí la danza es una celebración de todo lo que mi cuerpo es capaz de hacer, es un reflejo de todas las experiencias que he tenido, y un territorio de vinculación con el mundo.

¿El movimiento como expresión artística y de supervivencia?

Estoy segura de que el movimiento nos salva. Por diferentes razones, pero todo se mueve. El movimiento (hablando del cuerpo) moviliza y revoluciona, además, lo que tenemos en la mente. Pero, respecto a la danza contemporánea, me gusta  creer que es uno de tantos medios para sublimar el mundo y que parte de nuestro medio principal para habitar este universo. Ese medio es el cuerpo.

¿Qué les dirías a los que no bailan?



No conozco a nadie que no baile: ya sea profesional o socialmente, en realidad la danza es en algún momento parte de la vida de todos y todas. Pertenecemos a un universo en donde todo está en constante movimiento. Pero en todo caso, me gustaría animar la curiosidad de las personas para que se den la oportunidad de explorar alguna técnica o estilo de danza. Recordando también que siempre es el momento adecuado para experimentar cosas nuevas y apropiarse del cuerpo, entendiéndolo como lo único que realmente nos pertenece.

¿Qué esperas que logre o inspire la danza en la actualidad?



Me gusta mucho pensar en que “Pensar el cuerpo es pensar el mundo; es un tema político mayor. Es un factor importante para pensar en las sociedades contemporáneas.” (David Le Bretón, Antropólogo francés). Pienso que las prácticas corporales en general deberían tener la función de hacernos seres que se aproximen de una forma más consciente y amorosa a uno mismo y al entorno que le rodea, que tengamos la capacidad de reflexionar sobre lo que ocurre en nuestros contextos inmediatos y a la vez poder desarrollar una conciencia social que se extienda hacia cualquier ser viviente. A mí, las prácticas corporales me enseñaron en dónde están mi potencia y mi voz y me reconciliaron con el mundo. Todo parte del cuerpo, del cuerpo en movimiento y no podría  imaginar la idea de un ser vivo que no baile, que no se mueva.

MT