Tarde de toros en ‘el Coso de Insurgentes’. Tarde en que se celebraba el aniversario 487 de las milagrosas apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, correspondiendo el público asistente de excelente manera a ese fervor y a esa devoción que sienten tanto por ‘la Guadalupana’ como por la fiesta de los toros, al llenar los numerados de este legendario recinto.
Ávidos de disfrutar de una verdadera tarde de toros, el escenario estaba puesto. Gran ambiente se percibía al llegar a la plaza, todos comentado sus expectativas sobre lo anunciado en el cartel, a pesar de los ya muy comunes detalles, como el revelar las ganaderías apenas a casi 48 del evento, la incertidumbre sobre la presentación de Joselito Adame, la negativa de Morante a televisar en directo a México la corrida, la selección del ganado por cada uno de los alternantes y otros. Sin embargo, el fiel y devoto ‘aficionado’ ahí estaba, dispuesto a pagar su boleto por ver una ‘corrida de toros’. Pero pronto inició el desencanto, encierro terciado, unos muy justos de presencia y otros realmente impresentables, poco dignos para un coso de la importancia que en algún momento tuvo La México, para el festejo del que se trataba y los diestros que alternaban. La bravura no hizo su aparición, la casta y la raza no se reflejaron en la muleta de los diestros como en su momento lo hizo ‘la Morenita del Tepeyac’ en la tilma de Juan Diego. El toro-toro estuvo ausente en uno de los festejos más importantes del mundo taurino de Latinoamérica. Sin embargo, en su lugar se manifestó la mansedumbre, la falta de fondo y la sosería, condiciones que devotamente el tendido aguantó a lo largo de la tarde, hasta que con el octavo en turno cambió el panorama. Saltó al ruedo un ejemplar de Jaral de Peñas que mostró un poco más de bravura, fondo y recorrido que el resto de lo lidiado, aunque no le duró hasta el final de la faena, rematada por cierto con una excelente estocada, y que le permitió a Roca Rey voltear la plaza de cabeza.
Nos hemos cansado de comentar que la fiesta de los toros requiere de ética, seriedad y verdad, y tal parece que estas peticiones se las lleva el viento. Concluyo comentando que esto no se trata de una “evolución” que pueda estar sufriendo la fiesta brava , se trata de respeto y seriedad, que tanto ganaderos, empresarios, autoridades y matadores deben de darle a la fiesta de los toros en un afán de que pueda perdurar. El enemigo está en casa.