Los habitantes de la Franja de Gaza están protestando de nuevo, los soldados están disparando otra vez, y los civiles, una vez más, son las víctimas. Solo que esta vez quizá no te enteraste de lo acontecido, porque estas manifestaciones apenas conformaron un párrafo sepultado en la mayoría de los recuentos noticiosos en Occidente.
Eso es extraño: algunos medios están dispuestos a dedicar meses de esfuerzo periodístico a dar seguimiento a la trayectoria de una sola bala que accidentalmente mate a un palestino, si la bala fue disparada por un israelí.
Esta vez la diferencia es que los disparos son de Hamás, el grupo islamista militante que ha dominado en Gaza desde 2007, cuando usurpó el poder de las manos de sus rivales en el movimiento Fatah en una guerra civil rápida y sucia. Desde entonces, no se ha realizado una elección genuina ni se ha tolerado a los disidentes.
La ronda actual de manifestaciones, que comenzó la semana pasada, es una reacción a los años de mala gestión económica por parte de Hamás, el alza de precios y los aumentos fiscales recientes. No es porque a Hamás le falten fondos: desde 2012, el grupo ha amasado más de mil millones de dólares solo de Catar para pagar los costos del combustible, la ayuda humanitaria y los salarios de los servidores públicos.
Adónde llega ese dinero es otra historia. En 2014, The Wall Street Journal informó que Hamás había gastado alrededor de 90 millones de dólares en la construcción de túneles de ataque que llegan a territorio israelí, cada uno por un costo promedio de casi tres millones de dólares. El material dedicado a cada túnel, informó The Wall Street Journal, era “suficiente para construir 86 casas, siete mezquitas, seis escuelas o diecinueve clínicas médicas”. Tres guerras contra Israel, cada una comenzada por Hamás, también han cobrado vidas, dañado la infraestructura y provocado aislamiento.
Todo eso ha implicado sufrimiento y carencias para los habitantes de Gaza, sin importar lo que haga Israel. En febrero, Amnistía Internacional informó que Hamás había juzgado en ausencia al periodista palestino Hajar Harb por publicar un informe en al-Araby TV en el que se detallaban supuestos actos de corrupción en el Ministerio de Salud. Los funcionarios de Hamás también se han enriquecido, según reportes, controlando el comercio clandestino de productos, desde pollo hasta muebles y autos, entre la Franja y Egipto.
Por eso los gazatíes están dando a conocer su descontento. Cientos salieron a las calles la semana pasada, solo para que les dispararan, los golpearan y los arrestaran las fuerzas de seguridad de Hamás.