Soy un macho, misógino, racista, homofóbico y todo lo que usted quiera agregar. Lo he sido desde niño. Por años crecí pensando ser superior porque era blanco, hombre, porque me gustaban las niñas y mi familia tenía recursos. Crecí pensando que merecía mis privilegios. Soy todo eso porque así es mi cultura. Porque está normalizado. Porque mi contexto socio-político es “heteronormativo”, es decir, viene de una imposición social, jurídica, artística, institucional y hasta médica, en donde se pone al hombre blanco como el centro de la cultura. Soy un etnocentrista.
Crecí haciendo chistes contra las mujeres. Crecí riéndome de esos chistes. Y de personas homosexuales, y de afrodescendientes y de indígenas. Decenas de miles de conversaciones con mis amigos hombres giraron alrededor de la cosificación de la mujer. Y también con amigas mujeres, porque esto era normal para todos. No es que estuviera bien; era NORMAL. Y lo normal, en estos casos, es sinónimo de perverso.
Cuando las mujeres se quejan y protestan por los maltratos, los ninguneos, la violencia incontrolable, yo no soy de los que digo “yo no soy así”. Todo lo contrario. Me lleno de vergüenza porque soy exactamente así. Esas protestas son contra mí. Porque lo he sido mi vida entera. Porque soy parte de la cultura patriarcal que por los siglos de los siglos ha perpetuado tales injusticias. He sido, incontables veces, un engrane de la tremenda maquinaria opresora. Así fue construida mi persona y yo mismo, sin darme cuenta, me encargué de nutrirla y fortalecerla.
Soy así y hay mucho por hacer. Si así me construyeron puedo deshacerme y volver a empezar. Es tremendamente difícil, pero la palabra “difícil” no me da miedo. Prefiero la palabra “necesario”. Es necesario volver a construirme a partir de principios más justos, equitativos, que me coloquen en otro paraje dentro de esta historia. Hablo por mí.
No fue mi culpa nacer en el contexto que me tocó. Pero sí es mi responsabilidad darme cuenta de lo nociva que ha sido mi presencia y no hacer nada por cambiarla. Es urgente redefinir la masculinidad.