Veremos también como se da la cooperación entre los cuerpos de seguridad de los dos países donde la muy triste historia del general Cienfuegos ha encendido las alarmas en los dos países
Carlos Olguín
Este miércoles será la primera ocasión en que un presidente en funciones no asista a la toma de protesta de quien le sucederá al mando del país más poderoso del mundo. También, en un hecho sin precedentes, que el jefe del estado mexicano no acudirá a dicho acto protocolario, comenzando como sucedió desde el momento en que se negó a reconocer el triunfo de Biden la relación, con el pie izquierdo. Habrá que esperar a ver cuál es el resultado de estas acciones que no auguran la mejor de las relaciones, donde, hay que decirlo, existe total asimetría, nosotros no podemos exigir condiciones.
Parece ser que la política, al menos, cambiará del inhumano trato que hemos atestiguado de quien juró tener a México de brazos abiertos y luego lo cambió para tener una frontera llena de garrotes, palos y gases lacrimógenos, para dar paso a un trato más humanitario que, al menos, el nuevo presidente demócrata ha prometido.
Veremos también como se da la cooperación entre los cuerpos de seguridad de los dos países donde la muy triste historia del general Cienfuegos ha encendido las alarmas en los dos países.
En lo que si esperamos un cambio radical es en el tema de las energías renovables, por ejemplo, donde las agendas no coinciden, pues Biden está totalmente en contra de la contaminación, el carbón y el petróleo. En este capítulo se espera mucha rispidez, pues nuestro país, por increíble que parezca, le apuesta a las tecnologías más obsoletas, ineficientes y contaminantes del mundo como el carbón y los combustóleos.
La reforma laboral será otro aspecto de choque pues justamente los demócratas pusieron como condición esta reforma para aprobar el tan aclamado T-MEC, reforma que va lenta y se encontrara con mucha resistencia por parte de los eternos líderes sindicales que tanto daño le han hecho a nuestro país y darán la pelea por seguir manteniendo sus privilegios.
Una relación bilateral mucho más de instituciones que de dos hombres como lo fue con Trump, y que al parecer, de inicio, tiende a ser menos dócil que con la del presidente que, afortunadamente para el mundo, termina, pero sus secuelas tardarán en anularse, pues es mucho más fácil destruir que construir. Lo que hubo en EUA durante 4 años fue solo destrucción, discurso de odio y violencia. Ha llegado el tiempo de cambiar el rumbo y en esta nueva dirección debemos observar hacia donde se dirige México, pues de entrada parece que no será una frontera fácil, ya veremos.
Aquí lo iremos comentando.