De acuerdo a la Unidad Técnica de Fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE), las campañas electorales desarrolladas en 2018 tuvieron un costo de 4 mil 776 millones de pesos, considerando las cifras que, obligadamente, los partidos reportaron al árbitro electoral
Amós García Montaño/Profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.
Twitter @amosenlinea
Pronto, la atención en México se concentrará en las propuestas y los escándalos propios de las campañas políticas. Pero parte de los temas a discutir en los distintos círculos sociales será el enorme dispendio que implica la operación electoral en nuestro país. De acuerdo a la Unidad Técnica de Fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE), las campañas electorales desarrolladas en 2018 tuvieron un costo de 4 mil 776 millones de pesos, considerando las cifras que, obligadamente, los partidos reportaron al árbitro electoral.
Aunque la cifra pueda parecer elevada, un estudio presentado también en 2018 por Luis Carlos Ugalde, ex Consejero Electoral, y la investigadora María Amparo Casar, detalló que en realidad las campañas electorales mexicanas cuestan 15 veces más de lo que se reporta al INE. Es decir, en la práctica los partidos y candidatos recaudan y utilizan recursos adicionales, no dados a conocer a la autoridad, para luchar por los puestos de elección popular. En la contienda de 2018, el gasto real debió entonces rondar por los 71 mil 640 millones de pesos, equivalente a 6 veces lo asignado a la Secretaría de Cultura federal en ese ejercicio.
Llama la atención la enorme disposición que partidos y candidatos tienen para efectuar ese enorme gasto, misma que debe sustentarse por una igualmente enorme expectativa de lo que esa persona podrá hacer o disponer cuando ejerza el cargo. Esa misma expectativa es la que provoca que personas, empresas y organizaciones decidan apoyar o respaldar por debajo del agua a dichas campañas, sin reportar tal financiamiento al INE y a sabiendas de las implicaciones que ello pueda tener.
La pregunta para este 2021 es: ¿Quién – y a quién – en estos momentos está comprometiendo su apoyo a los partidos? ¿Y qué espera obtener a cambio?