Los caprichos presidenciales no siempre se han hecho realidad, y los que sí se lograron fueron costos y efímeros
Mario Maraboto
Mucho se ha dicho que el actual presidente de México gobierna con base en decisiones caprichosas. Los ejemplos son de sobra conocidos: el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, la venta (¿?) del avión presidencial, vivir en Palacio Nacional, etc.
Sin ánimo de justificarlo, el tema de los caprichos no es nuevo ni exclusivo del actual presidente; es parte de la condición humana que cuando se tiene alguna forma de poder se comienza a perder el piso y a sentirse dueño de la verdad absoluta. Al amparo del poder, prácticamente todos los presidentes de México han tomado decisiones caprichosas en afán de ser recordados por la historia. Algunos ejemplos:
Miguel Alemán se convirtió en el primer presidente de México en erigirse un monumento estando en funciones al inaugurar en 1952 una enorme estatua suya a un costado de la Torre de Rectoría en Ciudad Universitaria, en el entonces Distrito Federal.
Díaz Ordaz tuvo un capricho relacionado con el Fondo de Cultura Económica, fundado en 1934 como una editorial independiente. A un año de su gobierno (1965) se sintió dueño del FCE y despidió a su entonces director Arnaldo Orfila por haber publicado “Los Hijos de Sánchez” de Oscar Lewis, ensayo etnográfico de una familia mexicana pobre, por considerarlo “obsceno, difamatorio, subversivo y antirrevolucionario”.
El mayor capricho de Luis Echeverría fue convertirse en el líder de los países del tercer mundo, ganar el Premio Nobel de la Paz y ser designado como Secretario General de la ONU. Durante su sexenio, de lo que más se hablaba era del Tercer Mundo e inclusive creó un Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo enfrente de su casa en la Colonia San Jerónimo.
En tiempos de López Portillo, el Presidente hizo suyos los caprichos de su entonces esposa Carmen Romano para impulsar una política cultural; intervino en el cine, la radio y la televisión y permitía que su esposa llevara un piano de cola a todas sus giras internacionales para “lucirse” en otros países. Los excesos y derroches del gasto cultural del gobierno lopezportillista provocaron que la mayor parte de las actividades culturales sufrieran un retroceso en términos de los recursos asignados.
Finalmente, Carlos Salinas tenía el capricho de convertirse en Presidente de la Organización Mundial de Comercio (OMC) luego de concluir su presidencia. Su capricho concluyó al retirar su candidatura 24 horas después de la detención de su hermano Raúl, acusado de ser el autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu.
Los caprichos presidenciales no siempre se han hecho realidad, y los que sí se lograron fueron costos y efímeros, y el saldo en imagen resultó negativo. Te lo digo Juan, para que me escuches Andrés.