Mishelle Miranda
Afganistán ya había logrado avances sustanciales en la búsqueda de los derechos en favor de las mujeres. Era ya de 3.5 millones el número de niñas que asistían a un colegio; 25 por ciento, las miembros del parlamento, y 30 por ciento, las colaboradoras en instituciones públicas, muchas de ellas en alto nivel como ministras y embajadoras, hasta con una alcaldesa joven ya contaba Kabul.
Se liberaron las mujeres desde años atrás de la burka, tela que solía cubrir el rostro y cabellera de la mujer afgana, de la tutela masculina y ya podían conducir y votar.
Sin embargo, todo comenzó a nublar la realidad, ahora con la invasión de este régimen de extremistas que, además de ganar terreno a través de la imposición del terror y la violencia, abre escenarios a otros grupos radicales en diversos puntos del mundo pudiendo generar la misma dinámica antiderechos en razón de controlar, someter y dominar.
Perder los derechos ganados; lo que hace a las mujeres huir de este espacio que hace peligrar la vida de niñas y mujeres. La Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA) expuso en 29 puntos las prohibiciones graves, incautas, llenas de misoginia, que buscan anular y desaparecer a la mujer. Estos son algunos:
- La educación está vetada a las mujeres. No pueden acudir a estudiar a escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa.
- Las mujeres no pueden mostrar ninguna parte de su cuerpo en público, por lo que están obligadas a llevar un velo largo que les cubre incluso el rostro (burka).
- Ningún extraño debe oír la voz de una mujer, por lo que las mujeres tienen prohibido reír en público.
- Todas aquellas mujeres que no vistan de acuerdo a las reglas establecidas por los talibanes o que no vayan acompañadas de su ‘mahram’ serán sometidas a azotes, palizas y abusos verbales.
Entre otras más prohibiciones que anulan y socavan todos los derechos de existencia de la mujer en dicho país.
Sin embargo para México no es un mensaje del que podemos olvidarnos fácil, pues las alarmantes cifras que aún develan la misógina invadida en los valores culturales de las mexicanas y los mexicanos nos da idea de lo que ocurre en nuestro país, pues los feminicidios han aumentado un 7.1 por ciento en los cinco primeros meses que van del año 2021; mientras que otros delitos como las violaciones y el abuso sexual todavía han crecido más: un 30 por ciento en comparación con los mismos meses de 2020. De enero a mayo, 423 mujeres han sido asesinadas por razón de su género, según fuentes del periódico El País.
Por último, el 90 por ciento de los casos no son denunciados y encima los programas públicos, fiscalías e instituciones encargadas de prevenir y erradicar este mal siguen permaneciendo débiles, sin presupuesto e ignoradas ante la realidad que hoy se vive acá, cerca de todos, en nuestra casa. La violencia de género tiene que abatirse, terminarse, detenerse.
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