Hace unos días conmemoramos el 88 aniversario del martirio de Manuel J. Campos Loyola, el “Niño Manuel”, quien fue martirizado por odio a la fe católica en el año de 1935; un hecho que en su momento enluto a todo San Juan del Río, por el cariño, respeto y consideración que se le tenia a quien fue dueño de la Hacienda de “La Estancia”.
Hijo de los Señores Pedro J. Campos Palma y de la queretana Luisa Loyola Fernández, Manuel nació en la Ciudad de México, el día 24 de noviembre de 1904, junto con su hermano gemelo Gonzalo, fueron los menores de siete hermanos del matrimonio Campos Loyola; a los dos meses de nacido llega a vivir a la hacienda de la Estancia ante el fallecimiento de su Padre. Al tomar su madre la administración de esta en 1920, junto con su hermano Pedro y Gonzalo, realizan labores propias de una hacienda y a los 20 años de edad se convierten en el dueño de la Hacienda la Estancia, asumiendo la responsabilidad total de la administración.
Gracias a su carisma y liderazgo Manuel va destacando a su corta edad entablando una sólida relación con los habitantes y trabajadores y gracias a su habilidad para la enseñanza y comunicación con las personas, logró inculcarles valores que hicieron de esta comunidad pronto se volviera un poblado de gente trabajadora, responsable, agradecida, honrada y respetuosa, lo que marcaría por generaciones a sus habitantes. Formando en principios, valores y una consistente religiosidad en la Fe Católica, perteneciendo a una familia que se caracterizaba por vivencia de la fe católica, como era el común de las familias de la época.
Se ocupó también de brindar asistencia económica, medica, social, antepuso su fe a los intereses del gobierno que perseguía a la iglesia católica; ayudó a los campesinos a tener una vida más digna auxiliándolos en sus necesidades y proporcionando todo lo necesario para su vida. Por esas y muchas razones es llamado “El Apóstol del Campesino”.
El apoyo brindado a su comunidad le fue ganando el respeto y cariño de sus habitantes, quienes de forma coloquial (y por su corta edad) le comenzaron a llamar como el “Niño Manuel”, una forma amistosa de apodarlo que ha permanecido hasta nuestros días.
Ante el mandato de las autoridades y gobernando el estado el sanjuanense Saturnino Osornio (1931- 1935), quien se propuso aplicar a fondo las leyes del reparto agrario, así como una visión anticlerical del laicismo establecido en la nueva constitución y que se impartiera la educación socialista en todas las escuelas, se enseña contra la escuela que había fundado Manuel en donde se imparta educación básica, en valores y religiosas que impartía en su escuela. Situación con la cual Manuel J. no está de acuerdo, defendiendo la libertad de educación, así como aquella formación intelectual y moral que el hombre necesita para vivir plenamente en el mundo terrenal.
El día 16 de mayo de 1935, en las inmediaciones de su propiedad, cerca del Camino Real y de una vía de servicio, montado en una yegua fue abordado por un asesino a sueldo con el pretexto de comprar algunos animales. Una vez asegurado de que era él, le dio varios disparos que segaron su vida, cayendo de cara a uno de los rieles. Las personas sabían que su asesinato fue le por odio a la fe católica, siendo la noticia de su muerte un fuerte impacto en la comunidad y fuera de ella para quienes conocían de su compromiso y vivencia de la fe, considerándolo desde ese momento como un mártir.
Manuel J. Campos Loyola, fue un ejemplo de cristiano integro, de hombre de fe, de patrón solidario con sus trabajadores, de amigo, de servidor y de compañero.
En la ciudad de San Juan del Río, una calle del Centro Histórico lleva su nombre.
MT