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Farmacia Guadalupana, un legado que perdura

Foto: Selene Ugalde
Foto: Selene Ugalde

En la Farmacia Guadalupana tres generaciones han visto llegar a clientes queretanos en busca de alivio para sus males Carlos Uriegas Fundada el 12 de enero de 1926, “La única botica verdadera en todo el estado”, así se anuncia la Farmacia Guadalupana, un símbolo de Querétaro que alivia malestares, cura enfermedades y alimenta vanidades. El … Leer más

En la Farmacia Guadalupana tres generaciones han visto llegar a clientes queretanos en busca de alivio para sus males

Carlos Uriegas

Fundada el 12 de enero de 1926, “La única botica verdadera en todo el estado”, así se anuncia la Farmacia Guadalupana, un símbolo de Querétaro que alivia malestares, cura enfermedades y alimenta vanidades.

El Día del Farmacéutico, 25 de septiembre, es la oportunidad para viajar hacia el pasado. Para entender a la farmacia debemos adentrarnos a la botica, tradición que conserva y alimenta el ingeniero Gonzalo Sánchez Rodríguez

Tres generaciones han visto llegar a clientes en busca de alivio para sus males, quienes entregan la receta y esperan en el viejo mostrador a que les otorguen el producto elaborado en  la casona de avenida Juárez 113, en el Centro Histórico de la capital de Querétaro.

La medicina de patente ha quedado de lado, para apostarle a los métodos originales; los que se crean pesando polvos, sustancias naturales y químicas que se mezclan en las manos de Eloy, un alquimista quien emulando a “Merlín”, hace su magia en en el viejo recetario de madera de nogal.

Entre los productos que se elaboran esta la fricción del deportista, ungüento con base de mentol que sirve para calentar el músculo antes de saltar a la cancha o empezar a recorrer kilómetros en la carrera dominical, también se vende el tricofero de barry para embellecer el cabello, la crema para aliviar las estrías o el agua de espanto, “buena para los sustos”, comenta Eloy en su espacio de creación química que guarda el típico olor que nos recuerda que estamos en una auténtica botica.

“Tengo 45 años trabajando acá. Ahora tengo que preparar 20 kilos de pomada para rosaduras de los bebés; nos mandan la fórmula, su receta y les hacemos lo que necesitan”, cuenta con orgullo Eloy.

De un estante de cinco metros de altura se toman los polvos y esencias de los botes, bidones, pomos o frascos para encontrar el remedio; se pesan en la báscula, se mezclan en los morteros tinturas, anís, fécula de papa, flor de naranjo, de castilla, hojas de manzanilla, de boldo, romero, carbonato de potasio, óxido se zinc, almizcle, tripa de judas, grenetina, goma de limón, menta, tila y hasta esperma de ballena, una lista interminable de productos que al fusionarse producen la magia curativa.

Cinco personas atienden en la Farmacia Guadalupana, de cuya matriz ha nacido una sucursal ubicada en Colinas del Cimatario y que es atendida por la tercera generación de los Sánchez.

Las grandes farmacias han venido a comerse el mercado, pero aún existen lugares que ofrecen preparaciones médicas y dermatológicas; artículos para laboratorio, aparatos ortopédicos, materiales para curación, botiquines,  vaporizadores, hay de todo, como en botica.

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