Anúnciate aquí

Subcontratación de niños soldados en la guerra en Yemen

Foto: The New York Times.
Foto: The New York Times.

Naciones Unidas ha declarado que la guerra en Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo. David D. Kirkpatrick La guerra civil en Darfur le arrebató casi cualquier tipo de esperanza a Hager Shomo Ahmed. Los saqueadores robaron el ganado de su familia y una decena de años de derramamiento de sangre dejó desamparados a … Leer más

Naciones Unidas ha declarado que la guerra en Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo.

David D. Kirkpatrick

La guerra civil en Darfur le arrebató casi cualquier tipo de esperanza a Hager Shomo Ahmed. Los saqueadores robaron el ganado de su familia y una decena de años de derramamiento de sangre dejó desamparados a sus padres.

Entonces, más o menos a finales de 2016, Arabia Saudita le ofreció un salvavidas: el reino le pagaría hasta 10.000 dólares si se unía a sus fuerzas en una lucha en Yemen, a 1930 kilómetros de distancia.

Hager, quien en esa época tenía 14 años, no podía ubicar a Yemen en un mapa y su madre estaba horrorizada. El muchacho había sobrevivido una guerra civil terrorífica… ¿cómo sus padres podían meterlo en otra? Sin embargo, la familia terminó por desestimar la opinión materna.

Foto: The New York Times.

“Las familias saben que la única manera de cambiar sus vidas es que sus hijos se sumen a la guerra y les lleven dinero de regreso”, comentó Hager en una entrevista que tuvo lugar la semana pasada en la capital, Jartum, pocos días después de haber cumplido 16 años.

Naciones Unidas ha declarado que la guerra en Yemen es la peor crisis humanitaria del mundo. Un asedio intermitente de los sauditas y sus socios de los Emiratos Árabes Unidos ha llevado hasta a doce millones de personas al borde de la hambruna, una situación que ha acabado con la vida de unos 85.000 niños, de acuerdo con grupos de ayuda.

Encabezados por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán, los sauditas aseguran estar luchando para rescatar a Yemen de una facción hostil que tiene el respaldo de Irán. Sin embargo, para hacerlo, los sauditas han usado su enorme fortuna derivada del petróleo con el objetivo de subcontratar la guerra, principalmente, de acuerdo con los soldados sudaneses, empleando a miles de sobrevivientes del conflicto en Darfur para el combate, muchos de ellos niños.

Fuerza de Apoyo Rápido

En todo momento de un periodo de casi cuatro años, hasta 14.000 milicianos sudaneses han combatido en Yemen en conjunto con la milicia local que está alineada con los sauditas, según varios combatientes sudaneses que han regresado a su país y legisladores de Sudán que intentan seguir la pista. Al menos cientos de ellos han muerto en esa guerra.

Al parecer, casi todos los combatientes sudaneses provienen de la región empobrecida y marcada por la guerra de Darfur, donde unas 300.000 personas fueron asesinadas y 1,2 millones fueron desplazadas durante doce años de conflicto por una tierra cada vez menos cultivable y otros recursos escasos.

Foto: The New York Times.

La mayoría pertenece a la agrupación paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido, una milicia tribal que antes se conocía como los yanyauid. Se les culpa de la violación sistemática de mujeres y niñas, de homicidios indiscriminados y de otros crímenes de guerra durante el conflicto en Darfur, y los veteranos involucrados en esos horrores ahora lideran su despliegue en Yemen… aunque en una campaña más formal y estructurada.

Algunas familias están tan necesitadas de dinero que sobornan a oficiales de la milicia para que les permitan a sus hijos ir al combate. Muchos tienen entre 14 y 17 años. En entrevistas, cinco combatientes que han regresado de Yemen y otro que está a punto de partir aseguraron que al menos el veinte por ciento de sus unidades estaban conformadas por niños. Dos señalaron que eran más del 40 por ciento.

Según todos los combatientes, para mantenerse a una distancia segura de las líneas de batalla, sus supervisores sauditas o emiratíes comandan a los combatientes sudaneses casi de forma exclusiva a control remoto, les dan órdenes de atacar o retroceder por medio de audífonos de radio y sistemas de GPS que entregan a los oficiales sudaneses a cargo de cada unidad.

“Los sauditas nos decían qué hacer por medio de teléfonos y dispositivos”, afirmó Mohamed Suleiman al-Fadil, un miembro de 28 años de la tribu Bani Hussein, quien regresó de Yemen a finales del año pasado. “Nunca pelearon a nuestro lado”.

“Los sauditas nos llamaban por teléfono y después dejaban de participar”, confirmó Ahmed, de 25 años, un miembro de la tribu Awlad Zeid que este año peleó cerca de Hodeida y quien no quiso que se publicara su nombre completo por temor a las represalias del gobierno. “Tratan a los sudaneses como su carne de cañón”.

Unos miles de emiratíes están radicados alrededor del puerto de Aden. Sin embargo, el resto de la coalición que juntaron los sauditas y los emiratíes se unió en esencia porque dependen de la ayuda económica.

El conflicto traspasa fronteras

A pesar de una votación parlamentaria que bloqueó su participación, el ejército pakistaní ha enviado con suma discreción 1000 soldados para apoyar a las fuerzas sauditas dentro del reino. Jordania ha enviado jets y asesores militares. Los dos gobiernos dependen mucho de la ayuda que brindan las monarquías del Golfo (un informe que divulgó un panel de la ONU sugirió que Eritrea también pudo haber enviado unos 400 soldados).

No obstante, en Sudán, un país que ha tenido un papel mucho más importante, el dinero saudita parece fluir de forma directa a los combatientes… o mercenarios, como los llaman los críticos. Solo beneficia la economía de manera indirecta.

“La gente está desesperada. Están peleando en Yemen porque saben que en Sudán no tienen un futuro”, aseveró Hafiz Ismail Mohamed, exbanquero, asesor económico y crítico del gobierno. “Estamos exportando soldados para que peleen como si fueran una mercancía que intercambiamos por monedas extranjeras”.

En un comunicado, un vocero de la coalición militar que encabeza Arabia Saudita afirmó que estaban luchando para restaurar el gobierno internacionalmente reconocido de Yemen y que sus fuerzas acataban todas las leyes internacionales de derecho humanitario y de derechos humanos, entre ellas “abstenerse de reclutar niños”.

El embajador Babikir Elsiddig Elamin, un vocero del Ministerio del Exterior de Sudán, se rehusó a dar comentarios sobre los soldados, las bajas o los pagos en Yemen. El funcionario mencionó que Sudán estaba peleando “para beneficio de la paz y la estabilidad en la región”.

“Además de eso, no tenemos ningún interés nacional en Yemen”, agregó.

La vida es así

El presidente de Sudán, Omar Al Bashir, ha ganado aliados valiosos que le han servido para aliviar su aislamiento internacional después de años de ser casi un paria.

Estados Unidos ha acusado al gobierno de Al Bashir de ser un Estado que ha respaldado el terrorismo durante más de dos décadas. La Corte Penal Internacional ha emitido órdenes judiciales para su arresto, tras acusarlo de haber ordenado los crímenes de guerra en Darfur.

Hasta hace poco, los sauditas y los emiratíes habían mantenido su distancia, pues sospechaban de las raíces de Al Bashir en el islam político y sus relaciones con Irán y Catar, países rivales de los sauditas.

Foto: The New York Times.

Sin embargo, la guerra en Yemen ha permitido que Al Bashir gane al menos apoyo diplomático de los líderes del Golfo, y ha agradecido a los sauditas y los emiratíes por haber presionado a Washington para mejorar las relaciones.

Los pagos que han realizado los sauditas a los soldados cada vez se han vuelto más significativos para Sudán, donde la inflación ha llegado al 70 por ciento e incluso los residentes de la capital hacen filas para obtener pan, combustible y hacer retiros del banco. Este mes, las fuerzas de seguridad han asesinado al menos a nueve personas.

Los cinco combatientes que regresaron de Yemen y dos hermanos de los combatientes que murieron allá brindaron testimonios similares. Los jets sudaneses salieron de Jartum o Nyala, Darfur, hacia Arabia Saudita con entre 2000 y 3000 soldados al mismo tiempo.

Los llevaron a campamentos dentro del reino, donde algunos aseguraron haber visto hasta 8000 sudaneses reunidos.

Los sauditas les entregaron uniformes y armas de procedencia estadounidense, según las suposiciones de los combatientes sudaneses. Después, los oficiales sauditas les dieron entre dos y cuatro semanas de entrenamiento, principalmente para el ensamblado y la limpieza de sus armas.

Al final, los dividieron en unidades de entre 500 y 750 combatientes, aseguraron. Posteriormente, viajaron por tierra a Yemen, a batallas en el desierto de Midi, el campamento de Khalid ibn Walid en Taiz o en los alrededores de Aden y Hodeida.

Todos mencionaron que habían peleado solo por el dinero. Les pagaron en riyales sauditas el equivalente a unos 480 dólares al mes para un novato de 14 años y alrededor de 530 dólares al mes para un experimentado oficial yanyauid. Recibieron un pago adicional de entre 185 y 285 dólares por cada mes que estuvieron en combate… o por todos los meses para algunos.

Foto: The New York Times.

Les depositaron los pagos directamente en el Banco Islámico Faisal de Sudán, del cual son dueños parciales los sauditas. Al final de una rotación de seis meses, cada uno de los combatientes recibió un pago único de al menos 700.000 libras sudanesas: más o menos 10.000 dólares con la tasa oficial de cambio actual.

En comparación, un doctor sudanés que trabaja horas extras en múltiples trabajos podría ganar el equivalente a 500 dólares al mes, comentó Mohamed, el asesor económico.

Abdul Raheem, de 32 años, un miembro de la tribu Rezeigat, cuyo nombre completo fue omitido para evitar represalias, afirmó que el año pasado su familia realizó un soborno valorado en 1360 dólares a un líder de la milicia local para que su hermano mayor pudiera ir a Yemen como oficial.

En febrero, el hermano, Abdul Rahman, murió en combate. “La vida es así”, dijo Abdul Raheem, impávido.

The New York Times

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí