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‘Abajo las mujeres que odian a los hombres’

Choe Sang-Hun Cada vez que las mujeres han protestado contra la violencia sexual y los prejuicios de género en Corea del Sur, ellos también han estado ahí. Decenas de hombres jóvenes, en su mayoría vestidos de negro, que se han burlado de las manifestantes, gritando y coreando: “¡Thud! ¡Thud!” para imitar el ruido que dicen … Leer más

Choe Sang-Hun

Cada vez que las mujeres han protestado contra la violencia sexual y los prejuicios de género en Corea del Sur, ellos también han estado ahí. Decenas de hombres jóvenes, en su mayoría vestidos de negro, que se han burlado de las manifestantes, gritando y coreando: “¡Thud! ¡Thud!” para imitar el ruido que dicen que hacen las “feas cerdas feministas” al caminar.

“¡Abajo las mujeres que odian a los hombres!”, gritan. “¡El feminismo es una enfermedad mental!”.

En las calles, esas manifestaciones serían fáciles de descartar como la retórica extrema de un grupo marginal, pero los sentimientos antifeministas se están amplificando en línea, donde encuentran una vasta audiencia que está imponiendo cada vez más su agenda en la sociedad y la política de Corea del Sur.

Estos activistas masculinos han atacado cualquier cosa que huela a feminismo, lo que obligó a una universidad a cancelar la conferencia de una mujer a la que acusaron de propagar la misandria. También han difamado a mujeres prominentes, por ejemplo, criticaron a An San, tres veces medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, por su corte de pelo corto.

La desigualdad es uno de los problemas más delicados en Corea del Sur, una nación con una incertidumbre económica cada vez más profunda, alimentada por los desbocados precios de la vivienda, la falta de puestos de trabajo y una brecha de ingresos cada vez mayor.

“No odiamos a las mujeres y no nos oponemos a que se incrementen sus derechos”, dijo Bae In-kyu, de 31 años, director de Man on Solidarity, uno de los grupos antifeministas más activos del país. “Pero las feministas son un mal social”.

“¿Qué más quieren? Les dimos su propio espacio en el metro, autobús, estacionamiento”, escribe el rapero San E en su canción de 2018, ‘Feminist’, que se ha convertido en un himno entre los jóvenes antifeministas. “¡Oh, las chicas no necesitan un príncipe! Entonces paga la mitad de la casa cuando nos casemos”.

Ante el surgimiento de la virulenta voz antifeminista, ningún candidato importante está hablando a favor de los derechos de las mujeres, que alguna vez fue una causa tan popular que el presidente Moon Jae-in se llamó a sí mismo un “feminista” cuando hizo campaña hace unos cinco años.

Es difícil decir cuántos jóvenes apoyan el tipo de activismo provocativo y, a menudo, dramático defendido por grupos como Man on Solidarity.

Los defensores de los derechos de las mujeres temen que el aumento del antifeminismo pueda obstaculizar o, incluso retroceder, el progreso que Corea del Sur ha logrado con tanto esfuerzo en la expansión de los derechos de las mujeres. En las últimas décadas, lucharon por legalizar el aborto e iniciaron una de las campañas #MeToo más poderosas de Asia.

Lee Hyo-lin, de 29 años, dijo que “feminista” se ha convertido en una palabra tan sucia que las mujeres que llevan el pelo corto o que leen en público la novela de una escritora feminista se arriesgan al ostracismo. Cuando Lee formaba parte de un grupo de música K-pop, señaló que sus colegas masculinos hacían comentarios con frecuencia sobre su cuerpo, diciendo a modo de burla que ella “había dejado de ser mujer” al subir de peso.

“El problema del #MeToo es parte de ser mujer en Corea del Sur”, dijo. “Ahora queremos hablar, pero ellos quieren que nos callemos. Es muy frustrante”.

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