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El desafío sindical de General Motors en México

The General Motors facility in Silao, Mexico, on Jan. 25, 2022. A group of workers at the plant has formed an independent union that will compete for the chance to represent thousands of employees in an election set to take place this week. (Luis Antonio Rojas/The New York Times)
The General Motors facility in Silao, Mexico, on Jan. 25, 2022. A group of workers at the plant has formed an independent union that will compete for the chance to represent thousands of employees in an election set to take place this week. (Luis Antonio Rojas/The New York Times)

Trabajadores formaron un sindicato independiente que competirá esta semana.

Natalie Kitroeff

México se ha transformado en una potencia industrial en las últimas dos décadas, al atraer un torrente de inversiones de algunas de las mayores empresas del mundo. Sin embargo, hay un problema obstinado que persiste: aunque el país se ha convertido en uno de los más ricos de América Latina, sus trabajadores ganan salarios que se encuentran entre los más bajos de casi cualquier país de la región.

Los economistas dicen que un motivo importante es que, durante décadas, los mexicanos han tenido poca influencia al momento de decidir qué sindicatos los representan.

Históricamente, los sindicatos tradicionales del país se han aliado con políticos y empleadores en lugar de defender a los obreros. Han mantenido los salarios bajos y han alejado la posibilidad de una organización real y, a su vez, han acumulado poder y riqueza considerables, algunas veces bajo sospecha de corrupción.

Ahora, en una de las mayores plantas de General Motors (GM) en el país, en Silao, Guanajuato, un grupo de trabajadores que arman camionetas Chevy Silverado y GMC Sierra ha organizado un desafío directo a dichos intereses. Han formado un sindicato independiente que competirá por la oportunidad de representar a miles de empleados en una elección programada para esta semana.

La votación es la primera gran prueba a las ambiciosas reformas laborales incluidas en el recientemente revisado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y al compromiso de México de desmantelar un sistema anquilosado que, según muestran los estudios, evita que muchos trabajadores reciban pagos y prestaciones más allá de lo mínimo garantizado por la ley.

Una victoria, dicen los economistas, podría ser el inicio de una transformación fundamental en las fábricas mexicanas.

“Tendría un efecto dominó en el sector”, manifestó Joyce Sadka, una economista mexicana que ha testificado ante el Congreso de Estados Unidos en el tema de sindicatos mexicanos. “Es la prueba de que es posible tener un sindicato que de verdad intenta representar los intereses de los trabajadores frente a estas compañías muy grandes”.

Los trabajadores de la planta General Motors de Silao empiezan con un salario inferior a 9 dólares diarios (186 pesos, aproximadamente), menos que lo que pagan algunas plantas de Nissan, Audi y Volkswagen en México, cuyos trabajadores están representados por sindicatos independientes, y apenas 60 centavos por encima del salario mínimo diario del país.

En entrevistas, más de 20 trabajadores de la planta describieron un ambiente severo en el que es rutina que los supervisores, que priorizan la producción veloz, nieguen a los empleados ir al baño durante horas. Varios administradores les han dicho que su contrato laboral no garantiza ir al baño de manera regular.

Elizabeth Jaramillo contó que hace tres semanas, cuando estaba menstruando, se manchó los pantalones porque no le permitieron ir al baño para cambiarse su toalla sanitaria. Claudia Juárez López narró que había sufrido varias infecciones en las vías urinarias luego de que, a lo largo de 17 años trabajando para la empresa, los supervisores han rechazado repetidamente sus solicitudes para ir al baño.

No se sabe cuánto cambiará su vida si gana el sindicato independiente, pero, por una vez, se espera que los trabajadores tengan voz y voto.

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