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Así se fatiga el cuerpo con la COVID persistente

Nuevas investigaciones ofrecen algunas pistas que especifican los estragos provocados en el organismo por la enfermedad y por qué puede ser tan debilitante.

Josh Keller

Millones de personas siguen experimentando agotamiento, problemas cognitivos y otros síntomas de duración prolongada tras una infección por coronavirus. No se sabe cuáles son las causas precisas de este padecimiento, conocido como COVID persistente, pero nuevas investigaciones nos ofrecen algunas pistas que especifican los estragos provocados en el cuerpo por la enfermedad y por qué puede ser tan debilitante.

El diagnóstico de COVID persistente

Es común que los daños en el cuerpo resultantes de una COVID grave —neumonía, baja oxigenación, inflamación—aparezcan en las pruebas de diagnóstico habituales. La COVID persistente es diferente: se trata de una enfermedad crónica con una amplia gama de síntomas, muchos de los cuales no se pueden esclarecer mediante pruebas convencionales de laboratorio. Las dificultades para detectar la enfermedad han hecho que algunos médicos no tomen en serio a los pacientes o que, de manera equivocada, diagnostiquen los síntomas como psicosomáticos. Pero investigadores han estudiado más a fondo a los pacientes con COVID persistente y han descubierto trastornos visibles en todo el cuerpo.

El sistema inmunitario

A diferencia de los pacientes que se recuperan por completo después del coronavirus, los pacientes con COVID persistente tienen sistemas inmunitarios alterados. Muchos investigadores creen que una disfunción inmunitaria crónica, después de una infección con coronavirus, podría desencadenar una cadena de síntomas en todo el cuerpo.

Una posibilidad es que el cuerpo siga combatiendo lo que queda del coronavirus. Los investigadores descubrieron que el virus se propaga mucho durante la infección inicial y que el material genético viral puede permanecer insertado durante muchos meses en los tejidos (de los intestinos, los ganglios linfáticos y de otras partes del cuerpo).

El sistema circulatorio

Los primeros estudios indican que es posible que un mal funcionamiento del sistema circulatorio afecte el flujo de oxígeno hacia los músculos y otros tejidos, lo que restringe la capacidad aeróbica y provoca una intensa fatiga.

Pese a que, al parecer, el corazón y pulmones estén normales, los músculos solo pueden obtener una pequeña parte de la cantidad normal de oxígeno de los vasos sanguíneos pequeños mientras se pedalea en bicicleta, lo que reduce de manera muy notoria la capacidad para
ejercitarse.

Es posible que esto se deba a que la inflamación crónica puede dañar las fibras nerviosas que ayudan a controlar la circulación, a lo que se le llama neuropatía de fibras pequeñas.

El cerebro

Es posible que las infecciones desencadenen la activación excesiva de las células inmunitarias llamadas microglías de un modo que se asemeja al proceso que puede contribuir con los problemas cognitivos en el envejecimiento y con algunos trastornos neurodegenerativos.

Los pulmones

Mediante el uso de la resonancia magnética, un equipo de investigadores británicos descubrió indicios preliminares de daño pulmonar en un pequeño grupo de pacientes con COVID persistente que nunca habían sido hospitalizados. Las imágenes detalladas de su función pulmonar indicaban que la mayor parte de los pacientes captaban el oxígeno de manera menos eficiente que las personas sanas, incluso cuando la estructura de sus pulmones parecía normal.

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