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Un cruce letal en la frontera del norte entre Estados Unidos y Canadá

Un cruce letal en la frontera del norte entre Estados Unidos y Canadá
Un cruce letal en la frontera del norte entre Estados Unidos y Canadá

Cientos de migrantes al año prueban suerte en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, que está menos protegida

Miriam Jordan

La temperatura del aire rozaba los 28.8 grados bajo cero y los vientos feroces levantaban una nieve cegadora una mañana de enero, cuando los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en Dakota del Norte detectaron cinco siluetas humanas que se movían por la inhóspita zona fronteriza donde se encuentran Estados Unidos y Canadá.

Eran emigrantes de India: lánguidos, desorientados y decididos a llegar a Estados Unidos por una de sus fronteras más desoladas. Llevaban once horas caminando a través de la nieve que les llegaba hasta la cintura, y dos de ellos tuvieron que ser trasladados a un hospital.

Sin embargo, lo que parecía un rescate heroico se convirtió en seguida en algo siniestro cuando los agentes encontraron entre las pertenencias de los migrantes una mochila con juguetes y pañales: una familia con niños, dijeron los migrantes, seguía en algún lugar de la implacable ventisca. Una búsqueda urgente, en la que intervinieron drones, un avión, vehículos todoterreno y agentes de ambos lados de la frontera, permitió descubrir varias horas después los cuerpos cubiertos de hielo de una familia de cuatro miembros, perdidos en la nieve a solo 13.7 metros de Estados Unidos.

Jagdish Patel, de 39 años, y su esposa, Vaishali, de 37, eran profesores en el estado indio de Guyarat hasta que la COVID-19 cerró las escuelas. Con pocas opciones en su pueblo natal, pagaron para ser traídos de contrabando, junto con su hija de 11 años y su hijo de 3, a Estados Unidos. No obstante, los contrabandistas los abandonaron en el traicionero terreno de la frontera.

LA FRONTERA CON CANADÁ

A medida que la seguridad se ha ido reforzando en los puntos de paso más populares del sur, como el Valle del Río Grande en Texas, cientos de migrantes al año prueban suerte en la frontera con Canadá, que está menos protegida y donde no están las tropas de la Guardia Nacional, ni el calor abrasador del desierto, ni un imponente muro fronterizo.

Pero las inhóspitas llanuras del norte a lo largo de la frontera de Dakota del Norte y Minnesota pueden ser especialmente peligrosas en invierno, cuando las ventiscas a veces reducen la visibilidad a cero. No hay señal de celular para pedir ayuda. No hay lugar donde refugiarse. La hipotermia puede surgir en cuestión de minutos.

“Dudo que esta familia tuviera la menor idea de dónde andaba”, señaló el sargento Mike Jennings, detective de la policía de Grand Forks, una ciudad aledaña en Dakota del Norte. “No puedes ver la mano delante de tu cara cuando la nieve sopla con tanta fuerza”.

En la zona de Pembina, Dakota del Norte, a solo 3.2 kilómetros de la frontera con Canadá, los indios no fueron los primeros en aventurarse a la travesía durante este invierno. La semana anterior, la Patrulla Fronteriza interceptó a un eritreo que había atravesado la nieve desde Canadá. Dos veces, en diciembre y el 12 de enero, los agentes encontraron huellas de botas en la nieve: inmigrantes que habían pasado y se habían escapado.

Según el mejor esfuerzo de reconstrucción de los hechos que los funcionarios canadienses y estadounidenses hicieron más tarde, los Patel formaban parte de un grupo de once migrantes indios que se reunieron en la pequeña ciudad canadiense de Emerson y recibieron instrucciones sobre cómo cruzar la frontera a pie.

Esperaban encontrarse con un contrabandista en el lado estadounidense que los llevaría a su destino final, probablemente Illinois, donde tenían familiares o amigos. Pero la familia, quizá con dos hijos, se separó del resto mientras los migrantes se abrían paso a través de la oscuridad nevada.

Una autopsia determinó que habían muerto por exposición al frío, un resultado que parecía predeterminado tan pronto como perdieron el camino.

“Con una sensación térmica negativa de 33 grados, te puedes congelar en cuestión de minutos”, explicó Scott Good, el principal agente de la Patrulla Fronteriza en el área. “No hay nada que te proteja durante once horas”.

EL SUEÑO AMERICANO

El estado de Guyarat tiene una larga historia de inmigración a Estados Unidos, una tendencia que solo se ha intensificado durante la pandemia, creando una gran demanda de empresas de contrabando que se hacen pasar por agencias de viajes.

Los Patel abandonaron la capital del estado, Gandhinagar, tras perder sus puestos de trabajo como profesores durante la pandemia. Se mudaron a Dingucha, un pueblo agrícola de 3 mil habitantes, donde Jagdish Patel trabajó en la parcela de su padre y en el negocio de venta de ropa al por mayor de su hermano.

Pero no alcanzaba para comer.

Los antiguos residentes de Dingucha que emigraron a Occidente prosperaron y financiaron la construcción de una escuela, un templo y un centro comunitario en el pueblo.

Los anuncios de las agencias de viajes, colocados en los postes de luz del pueblo, ofrecen los visados de inmigración y estudio en Canadá, un país que a veces ofrece un acceso más fácil a los inmigrantes que Estados Unidos.

“Solicitud gratuita. El cónyuge puede solicitarlo. Carta de oferta en 3 días”, afirma uno de los anuncios.

LAS PROMESAS

Algunos garantizan la admisión a programas de estudio, incluso para quienes no cuentan con el examen de dominio del inglés que normalmente se exige.

No está claro si las agencias cumplen esas promesas, pero es habitual que emigrantes como los Patel recurran a ellas para obtener visados, a veces bajo falsos pretextos, como solicitar visados de estudiante o de turista cuando su verdadera intención es entrar a Estados Unidos.

“Los agentes guían a las personas, o las engañan, para que vayan ilegalmente”, aseguró Anil Pratham, director de la unidad de combate al tráfico humano de la policía de Guyarat, en una entrevista telefónica.

Según un amigo de la familia, los Patel decidieron intentar ir a Estados Unidos, donde tenían parientes. Volarían a Canadá y, una vez allí, serían recibidos por guías que los ayudarían a cruzar la frontera.

“Jagdish consiguió el visado. Se fueron para construir una nueva vida”, afirmó Amrit Vakil, que durante una visita al pueblo en enero felicitó a sus padres por la determinación de su hijo de mejorar la suerte de la familia.

Los Patel llegaron a Toronto el 12 de enero.

INICIA LA TRAGEDIA

Seis días después, ya formaban parte del grupo de once indios a quienes dejaron en Emerson, con instrucciones de caminar hacia el sur hasta que distinguieran las luces de una planta de gas natural al otro lado de la frontera, el único punto de referencia en varios kilómetros. Allí, cerca del río Rojo, los esperaría una camioneta.

El 18 de enero, el Servicio Meteorológico Nacional emitió una advertencia de ventisca. Se preveía que la nieve en el aire limitara la visibilidad a 400 metros o menos, decía, y se aconsejaba viajar “solo por emergencias”.

Los migrantes partieron después del anochecer.

Fue un trayecto directo desde el borde de la pequeña ciudad, a casi 8 kilómetros de la frontera.

Varios en el grupo se pusieron abrigos de invierno combinados con capuchas con adornos de piel, guantes, pasamontañas y botas de hule. Pero poco después de su salida, ráfagas de 56 kilómetros por hora comenzaron a lanzar nieve por todas partes y los Patel se separaron del grupo.

En lugar de continuar hacia el sur hacia Estados Unidos, la familia trastabilló hacia el este, más lejos de donde salieron, más lejos del punto de encuentro.

UNA CAMIONETA EN UNA ZANJA

El 19 de enero, cerca del amanecer, un hombre que las autoridades identificaron como Steve Shand, un exconductor de Uber de 47 años de Florida, condujo una camioneta blanca para quince pasajeros hacia una zanja llena de nieve a unos cuantos kilómetros de Pembina, en el costado del río donde se encuentra Minnesota.

Un operador de quitanieves que por casualidad pasaba por ahí sacó el vehículo. Más tarde, informó a la Patrulla Fronteriza que había dos pasajeros en la camioneta, que parecían indios o pakistaníes, y que Shand le había dicho que iba a visitar a unos amigos en Winnipeg, unos 112 kilómetros al norte.

La Patrulla Fronteriza inició una búsqueda y, alrededor de las 8:30 a. m., interceptó la camioneta y arrestó a Shand cuando un agente determinó que los dos indios sentados en la parte trasera habían entrado ilegalmente a Estados Unidos.

En la camioneta había varias cajas de agua embotellada, jugo y bocadillos, con recibos del día anterior de una tienda Walmart ubicada en Fargo.

EL HALLAZGO

Mientras el conductor y los pasajeros eran transportados a la estación de Pembina, se envió a otros agentes a recorrer el área. Encontraron a los cinco indios que tropezaban por el camino, en dirección al sur. Una mujer de aproximadamente 20 años, que al parecer sufría de congelación e hipotermia, iba apoyada en otras dos personas.

Cuando los agentes de la Patrulla Fronteriza registraron las pertenencias de los migrantes, encontraron los artículos de los niños en una mochila y preguntaron por ellos. En un inicio, una familia de cuatro integrantes había estado con ellos, relataron los migrantes. No sabían dónde estaban.

Los agentes solicitaron apoyo de operaciones aéreas de Estados Unidos.

UNA BÚSQUEDA TRANSFRONTERIZA

Alrededor de las 9:20 a. m., la Real Policía Montada de Canadá en Emerson recibió una llamada de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en la que se alertaba sobre la familia desaparecida y de inmediato envió a un equipo a los campos cercanos.

La nieve hasta la cintura hizo que el terreno fuera intransitable con un camión de tracción a cuatro ruedas, lo que obligó al grupo de búsqueda a regresar y buscar vehículos de terreno extremo equipados con orugas que pueden atravesar la nieve.

A la 1:30 p. m., vieron lo que parecían huellas humanas en la nieve. No muy lejos, encontraron lo que temían: tres cuerpos, un hombre, una mujer y un niño pequeño, congelados en la nieve en las posturas contorsionadas en las que murieron. A varios metros estaba el cuerpo de una niña de 11 años, acurrucada en posición fetal.

Los otros siete inmigrantes fueron sometidos a un proceso de deportación y puestos en libertad con órdenes de presentarse ante el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en Chicago.

MT

 

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