Citó un brote mortal de sarampión en la República Democrática del Congo, y el sufrimiento del pueblo de Myanmar, obligado a huir de sus hogares por “el choque continuo de armas”. El papa también recordó a los niños que sufren por la guerra y el hambre, los ancianos que viven en soledad, aquellos que huyen de sus patrias, que han perdido sus trabajos y son perseguidos por su fe.