En las entregas anteriores te he compartido, lector/lectora, diversas prácticas que pudieran resultarte de utilidad en tus nobles propósitos de renovación personal en el año que inicia. Concluyo mi tarea con tres hábitos más que te recomiendo incorporar a tu dinámica de vida, en beneficio propio y de quienes te rodean. Dichos ejercicios son fruto … Leer más
En las entregas anteriores te he compartido, lector/lectora, diversas prácticas que pudieran resultarte de utilidad en tus nobles propósitos de renovación personal en el año que inicia. Concluyo mi tarea con tres hábitos más que te recomiendo incorporar a tu dinámica de vida, en beneficio propio y de quienes te rodean.
Dichos ejercicios son fruto de las investigaciones realizadas por el Greater Good Science Center de la Universidad de Berkeley, California. Agradezco una vez más a mi querida amiga Alicia Sofía Garfias por haberlos hecho llegar a mis manos, para así poder ponerlos a disposición de los fieles lectores de AM de Querétaro.
El doctor Robert Enright, investigador cimero en el tema del perdón, ideó el procedimiento a continuación descrito. Primer paso: Haz una lista de aquellas personas que te hayan lastimado con tal intensidad que amerite concederles el perdón; al inicio de tu lista coloca a los ofensores menos perniciosos y deja para el final los que consideres más odiosos. Segundo paso: Teniendo en mente al primero en tu lista, pregúntate de qué manera este individuo te ha lastimado. Reconoce que es perfectamente legítimo sentir el dolor por el daño infringido y date permiso de que tus resentimientos afloren. Tercer paso: Cuando estés listo, toma la decisión de perdonar, en el entendido de que se trata de un acto compasivo hacia la persona ofensora. El Dr. Enright enfatiza que perdonar no implica justificar las acciones del otro ni olvidarse de lo que hizo. Supone sin embargo asumir el compromiso de reducir o acabar con nuestro resentimiento, y sustituirlo con amor, generosidad y respeto. Repite el mismo procedimiento con las demás personas de tu lista, hasta llegar al caso más serio.
El perdón no obliga a la reconciliación, si bien resulta aconsejable cerrar la herida con un ‘obsequio’ simbólico a aquel nos causó daño. Puede darse en forma de una sonrisa, una carta, una llamada telefónica o expresarse de manera elogiosa de él o ella ante otros.
Es común desear castigarnos a nosotros mismos por diversas situaciones en las que sabemos que no hemos actuado con honestidad, amor, bondad o justicia. KristinNeff, una psicóloga especializada en el tema, aconseja evitar los remordimientos y, en vez de ello, ejercer la autocompasión. El siguiente proceso te revelará cómo lograrlo.
Primer paso: Piensa en una circunstancia difícil en tu vida que te esté afectando por alguna acción indebida de tu parte. Segundo paso: Haz un esfuerzo por sentir en tu cuerpo la sensación que este dolor emocional te causa. Tercer paso: Habla contigo mismo y reconoce que es un momento de sufrimiento, sin juzgarlo como bueno o malo. Podrías, por ejemplo, decir ‘esto me duele’ o ‘me lastima’. Cuarto paso: Repite en voz alta: “El sufrimiento es parte de la vida”, para así tomar conciencia de que no hay motivo para auto-flagelarte si estas cosas nos suceden a todos. Quinto paso: Coloca ambas manos sobre tu corazón y con enorme sentimiento di: “Me acepto como soy y elijo ser generoso conmigo mismo y, por tanto, perdonarme”.
De acuerdo a las investigaciones sobre bienestar personal, el acto de expresar gratitud es benéfico para nuestra salud mental, emocional y física. Una de las maneras de manifestar agradecimiento es por medio de una carta dirigida a la persona que tuvo un acto de generosidad para con nosotros.
Para ello, sigue estos pasos: 1. Dirige directamente la carta a la persona escogida: “Estimada amiga fulana”. 2. No te preocupes por tu forma de redactar, en este caso no resulta importante. 3. Describe con sencillez lo que esta persona hizo por ti y exprésale por qué te sientes agradecida; por ejemplo, “tu bondad ha dejado una huella imborrable en mí”. 4. Si hace tiempo que no ves al buen samaritano, hazle saber qué es hoy de tu vida. 5. Procura que tu carta no exceda de una página (¡evitemos el ‘rollo’!). 6. Si resulta factible, dile a la persona que te gustaría verla para compartirle algo especial, sin revelarle tu propósito específico. 7. Cuando estés con ella hazle ver que te sientes agradecido y que te gustaría leerle en voz alta una carta que le escribiste. 8. Pídele que por favor no diga nada mientras estés leyendo. 9. Lee con claridad y sin prisas, procurando ver su reacción ante tus palabras. 10. Cuando termines de leer, muéstrate receptivo ante lo que te tenga qué decir y conversen al respecto. 11. Al despedirte, no olvides poner la carta en sus manos. 12. Si no resulta posible que puedan verse en persona, sigue los pasos anteriores por medio de una llamada telefónica, WhatsApp o Skype.
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa.