Por eso, una de las expectativas de este viaje apostólico es la de unir más todavía a los cristianos apostólicos (o sea, ortodoxos) y a los cristianos católicos. Así, cuando llegó a la catedral de Santa Etchmiadzin, Francisco saludó al Catholicós de Todos los Armenios, Su Santidad Karekin II, y le agradeció “ser acogido en su casa”, porque “este elocuente signo de amor dice, mucho más que las palabras, lo que significa la amistad y la caridad fraterna”.