Del Monasterio…
Fray Justino
Reunidos en la Sala Capitular, debido a que recibieron un par de invitaciones para asistir al II informe del alcalde Marcos Aguilar, un grupo de frailes comenzaron a deliberar sobre la conveniencia o no de ir al evento y, en su caso, quiénes asistirían; sin embargo, la discusión se desvió hasta centrarse en una evaluación del trabajo del presidente municipal.
–Yo creo que nos ha quedado a deber en materia de seguridad –dijo el hermano Archivaldo–. La verdad es que han aumentado varios delitos y la policía está lejos de ser eficiente –añadió.
–Sin embargo, hay que reconocer que tiene buena voluntad, aunque algunas cosas no le hayan salido bien, como los parquímetros y la gestión vecinal de varias calles– puntualizó el hermano Serafín.
–Además del conflicto por lo de la basura –señaló el hermano Lucas.
–Pero tiene muchas cosas buenas –intervino el hermano Aplaudini–,como el transporte escolar gratuito, los arcotechos en escuelas públicas, las acciones de movilidad y ecología, la conservación y limpieza del municipio, el manejo sano de las finanzas, las tareas de iluminación, las obras pluviales…
–Párele, párele, hermano, ya nada más le falta decir que esto se logró “jalando parejo”, parece que usted está en la nómina –atajó el hermano Descalzo, y agregó– lo que muchos comentan es que le ha faltado manejo político y no solo con los ciudadanos sino también con varios sectores, incluyendo medios de comunicación. Ha declarado cada cosa…
–Pero, ¿qué le pasó?, ¿será que se mareó con el cargo?–preguntó fray Tino.
–¡Pues claro!, por eso se la pasa peleando por aquí y por allá, en lugar de manejar políticamente los conflictos –observó el hermano Furibundo.
–Hace falta menos ego, menos yo-yo, menos rostro y mejores resultados –lanzó el hermano Prosaico.
–No escucha, solo pontifica –enfatizó el hermano Lorenzo.
–Pero lo que no se puede negar es que muchas cosas que propone para la ciudad serán valoradas más adelante –indicó el hermano Prudencio.
–Sí, pero las puede hacer mejor, logrando consensos y aceptación, pero le encantan los caminos espinosos –insistió el hermano Furibundo.
–Marcos ha dicho que no le importan las críticas –expuso el hermano Fidencio.
–Ese es parte del problema, que no siempre ha tenido un manejo político prudente, hábil y eficaz que le ayude a conseguir mejor aceptación, y así cómo; si atendiera las críticas, seguramente lo haría mejor– destacó el hermano Perogrullo.
–Y de la autocrítica mejor ni hablamos –destacó el hermano Furibundo.
–Habría que reconocerle acciones a favor de la cultura, aunque algunas ciertamente sueltas y descoordinadas –reforzó el hermano Aplaudini.
–Pero le ha faltado sensibilidad social– intervino el hermano Severo.
–Se nos va el tiempo, como al alcalde, y nosotros tenemos que elegir a quienes asistirán –recordó Fray Justino–, por lo que le pido al campanero que meta la mano en la urna, saque dos papelitos y muestre los nombres escritos.
–¡Chin!–, exclamó el hermano Prosaico.
–¡Quuuééééé!, ¿y yo por quuééé? –gritó el hermano Furibundo.
–Ese es foxista –vociferó un anónimo.
Los demás guardaron silencio y presurosos salieron de la Sala Capitular pues –a decir verdad– más de alguno no pudo aguantar la risa.