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Rodrigo Pantoja Profesor de la Escuela de Arquitectura, Animación y Diseño del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro. Cuenta con 17 años de experiencia profesional y docente, estudió las licenciaturas de Arquitectura, Historia de Arte y Artes Visuales en Drury University en Springfield, Missouri y Volos Grecia. En la Edad Media, los jóvenes que deseaban obtener … Leer más

9 de septiembre 2017

Rodrigo Pantoja
Profesor de la Escuela de Arquitectura, Animación y Diseño del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro. Cuenta con 17 años de experiencia profesional y docente, estudió las licenciaturas de Arquitectura, Historia de Arte y Artes Visuales en Drury University en Springfield, Missouri y Volos Grecia.

En la Edad Media, los jóvenes que deseaban obtener las habilidades de un arquitecto adquirían conocimientos prácticos a través del aprendizaje por oficios. Este tipo de aprendizaje consistía en siete años de preparación en construcción: carpintería, albañilería, y herrería. Sin embargo, las dos modelos de mayor influencia en el siglo XIX fueron la Escuela Politécnica Alemana –con profundas raíces en la ciencias- y la famosa École de Beaux Arts de París, basada en las Bellas Artes.

Ambos sistemas fueron producto de la racionalización del conocimiento y de la regulación de las profesiones iniciadas por el periodo de la Ilustración. Paradójicamente, en Gran Bretaña, origen de Revolución Industrial, la arquitectura se enseñó durante la mayor parte del siglo XIX por mentoreo a través de prácticas profesionales.

Pero el factor determinante en el desarrollo de la educación arquitectónica en el continente americano sucedió en la última parte del siglo XIX con el surgimiento de diversas universidades. Los primeros programas oficiales fueron el Massachussetts Institute of Tecnhology en 1865 en Estados Unidos y la Academia de San Carlos en México – hoy UNAM- en 1876.

En la actualidad, con una humanidad dividida entre un sector rico, cada vez más rico y reducido, y un sector de pobres cada vez más amplio, es fundamental replantear la formación de los arquitectos. 1.300 millones de personas viven con menos de un dólar diario, 1.100 millones de personas carecen de agua, 100 millones de personas no tienen hogar y cada 8 segundos muere un niño por beber agua contaminada.
Aunque estos retos no son estrictamente arquitectónicos, desde su trinchera los arquitectos deben proponer alternativas para aportar a un mundo más equitativo, sustentable, accesible y confortable.

Algunas universidades ya están reconsiderando sus planes de estudios, hacia formaciones más vivenciales para que los alumnos revaliden materias “fuera del salón de clase” en pasantías, trabajos de campo o industria. Los proyectos incluirán el diseño participativo para que los alumnos funjan como traductores de la sociedad e implementen las visiones creadas por la ciudadanía. La formación de los arquitectos hoy en día requiere de mayor ética y menos estética.

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