Una campaña necesaria pero insuficiente es la que escuchamos en los últimos días: pídelo sin popote. El problema es la contaminación generada por un artículo que tiene un tiempo de vida útil muy corto y tarda muchos años en volver de forma natural al ambiente. Pero ¿es suficiente? ¿hay más cosas o formas de actuar con mayor impacto?
Si lo vemos a manera de porcentaje el popote en peso representa no más del 5% del empaque de una bebida. Pero a pesar de que lo utilizamos en vasos de vidrio reciclables y ahí es fácil evitarlo, en muchas presentaciones es necesario el popote para tomar jugos, leches de sabor y otras bebidas enfocadas a los niños como mercado principal.
Una industria completa comparte un tiempo de vida útil tan efímero como los popotes, el embalaje. En las grandes cadenas los empaques se encadenan para envíos internacionales, sub empaque para los locales y hasta pequeños empaques para cada tienda. Para estas actividades no es fácil sustituir el plástico y el empaque llega hasta las manos del comprador y aún pone otro adicional.
En cumpleaños, bodas, navidad y diversas festividades acostumbramos a envolver los regalos a obsequiar con el fin de causar una sorpresa que será menor que tomar de un sorbo toda una bebida. Las fiestas de fin de año 2016 dejaron más de 4,000 toneladas extras de basura en la Cdmx, es decir un 30% más de lo habitual. ¿Será menos que los popotes?
Al igual que esta tradición tan contaminante hay otras costumbres que a pesar del tiempo de vida del artículo generan aún más efectos negativos. Por ejemplo los aparatos electrónicos que no pueden repararse, los celulares con un tiempo de vida corto y hasta los autos.
Celebro la campaña porque está dejando en los niños una conciencia sobre las consecuencias de su actuar con pequeñas decisiones. Sería recomendable aumentar la discusión sobre los efectos de muchos de nuestros actos y comenzar a tomar iniciativa para evitar el daño que le hemos causado al planeta. ¿Usted cuánto contamina?