Seth Pérez
Ante los problemas parecería lógico siempre escuchar y seguir los consejos de nuestro cerebro, pero en muchas ocasiones es el órgano que nos mete en complicaciones. Mo Gawdat, en su libro ‘El algoritmo de la felicidad’, nos muestra que no es bueno seguir siempre las alternativas de este avanzado mecanismo de protección.
Gawdat desde muy joven vivió una vida llena de éxito pasando de ser un ingeniero egipcio promedio a ser uno de los principales ejecutivos en Alphabet Inc. En 2007 encabeza en Google el área de mercados emergentes y en 2013 una de las áreas más importantes de innovación. En sus conferencias narra una envidiable carrera profesional, personal y económica. Una hermosa casa, autos, dinero, viajes, dos hijos y una mujer hermosa. Al parecer nada más podía pedir; sin embargo, en 2014 la muerte de uno de sus hijos cambio su rumbo.
El trágico evento motivo a Gawdat a concluir la investigación sobre la felicidad que había iniciado con su hijo a manera de juego. El primer requisito para seguir los pasos que nos llevan a la felicidad, es darle su lugar al cerebro, que una de sus principales funciones es alertarnos.
Un ejemplo es la capacidad innata para detectar una víbora o una araña y evitar el peligro. Tras años de evolución tenemos en la mente, al parecer instintivamente, la figura de estos animales que podrían ser un riesgo para la vida de cualquier hombre. De igual forma, los nuevos peligros que “pensamos” los vamos incorporando al cerebro para evitarlos en caso de riesgo. Pero podemos errar y como dicen: ver moros con tranchetes.
Si el riesgo es una idea falsa o la sensación de peligro nos distorsiona nuestra realidad, según el autor, dejamos ir muchos buenos momentos. El consejo es evitar distorsionar la realidad y, con menos miedo, podríamos iniciar en vez de peleas y guerras, muchas historias de paz y amor. Antes de protegernos en nuestra razón deberíamos escuchar más a nuestro corazón, o ¿Usted a quién escucha más?