La columna de hoy es sobre los popotes de plástico, las hamburguesas y el detergente lavaplatos. También sobre la Capitana Marvel.
No, no me he vuelto loco, o al menos no creo que así sea, pero bastantes personas sí, y su mezquindad llena de rabia es una fuerza más importante en el Estados Unidos moderno de lo que nos gusta pensar.
Mi punto de partida es un tuit del fin de semana del representante de California Devin Nunes, quien dirigió el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes hasta que esta cambió de manos después de las elecciones intermedias. En tal capacidad, este representante básicamente actuó como el obstruccionista principal en favor de Donald Trump, haciendo todo lo posible para evitar cualquier investigación real sobre la posible colusión entre la campaña de Trump y Vladimir Putin.
Sin embargo, ese tuit no fue sobre eso. Fue sobre una mesera que, citando a la “policía de los popotes”, les preguntó a sus acompañantes si querían uno. “¡Bienvenidos al socialismo en California!”, dijo Nunes hecho una furia.
Si esta les parece una aberración extraña —ni siquiera se le negó el producto, solo se le preguntó si quería uno— necesitan darse cuenta de que las explosiones de furia por cosas aparentemente tontas son extremadamente comunes en la derecha. Según los testigos, la mayor ovación en la Conferencia de Acción Política Conservadora —que motivó el grito de “¡U-S-A, U-S-A!”— fue para la afirmación de que los demócratas vienen para quitarles sus hamburguesas, igual que Stalin (no lo están haciendo y, de hecho, Stalin fue un genocida, pero objetivamente estaba a favor de las hamburguesas).
Por cierto, este no es un fenómeno nuevo. Estoy seguro de que los lectores pueden recordar muchos ejemplos, pero, en mi caso, recuerdo una publicación de 2009 del activista de derecha Erick Erickson en un blog que fue casi una invitación a la violencia: “¿En qué momento el pueblo les dice a los políticos que se vayan al infierno? ¿En qué momento la gente se levanta del sofá, marcha hasta la casa de su legislador estatal, lo saca de ahí y lo golpea hasta que sea una masa sanguinolenta?”.
¿Qué motivó su ira? La observación de que el detergente lavaplatos no funcionaba tan bien sin los fosfatos.
¿Qué tienen en común estos incidentes? Todos involucran casos en los que las elecciones personales imponen costos a los demás. Los popotes de plástico realmente son una fuente de contaminación oceánica. Aunque nadie está planeando prohibir la carne de res, las vacas flatulentas en realidad son una fuente importante de metano, un poderoso gas de efecto invernadero, y los fosfatos contribuyen a la proliferación de algas tóxicas.