Cinco hechos han sucedido en los últimos días que despiertan sentimientos encontrados por el alcance de los mismos porque podrían desatar acontecimientos más tenebrosos.
El primero sucedió en el país asiático de Sri Lanka donde el 21 de abril, Domingo de Pascua, donde nueve atacantes suicidas se inmolaron y asesinaron, por el momento, a 359 personas, en hechos acontecidos en tres iglesias y cuatro hoteles de lujo muy probablemente, para vengar la muerte de seguidores del Estado Islámico (ISIS) en Nueva Zelanda.
El segundo se dio el día siguiente en Venezuela, donde el ‘führer’ Nicolás Maduro acusó a Donald Trump de robarse a Citgo, la filial estadounidense de la petrolera PDVSA, con la complicidad de la Asamblea Nacional, pronunciamiento que demuestra que Estados Unidos no lo asusta porque el poder ahora lo ostentan Rusia y China, los nuevos guardaespaldas del mandatario sudamericano.
Lo anterior puede provocar que se dé un enfrentamiento interno ante el evidente crecimiento del fanatismo por las ideas que rodean a los seguidores del ‘chavisno’ y los opositores encabezados, por el presidente interino Juan Guaidó.
El siguiente se dio ese mismo día en Estados Unidos donde el senado de 9 de los 50 estados autorizó a los profesores de las universidades y escuelas a ir armados con el propósito de reducir los ataques que ocurren, pero, ¿quién garantiza que los autorizados no sean los que provoquen una nueva tragedia?.
El penúltimo se da en la frontera colombo venezolana, por el sector de Norte de Santander, uno de los departamentos más exportadores de coca, donde hace presencia la enésima delegación de Estados Unidos, que viene a observar lo que sucede, cómo si no creyeran que la crisis provocada por ellos y que se origina por el constante crecimiento de la migración desde Venezuela hacia Colombia provoca otra.
Por último, en Colombia algunos políticos no entienden aún que la paz no se consigue de la noche a la mañana y que los acuerdos no son perfectos e insisten en poner obstáculos a la misma.