En México siempre hemos visto la migración desde la perspectiva de los países que generan migrantes o son de tránsito, lo que ha causado que veamos la situación estrictamente desde el punto de vista humanitario, apoyando irrestrictamente a los migrantes y condenando a los países que se niegan a recibirlos. Pero, derivado del progreso económico que se ha dado en ciertas zonas del país y del endurecimiento de la política migratoria de los E.U.A., es muy probable que cada vez más México sea país de destino de migrantes. Esto, nos guste o no, nos va a obligar a considerar la otra visión de la migración, esa del país receptor que debe encontrar un equilibrio entre recibir migrantes y no estresar demasiado su infraestructura, recursos, tejido social y ecosistema político.
Pronto tendremos que hacer decisiones complicadas como: (i) que nivel de migración queremos y podemos; (ii) como apoyamos a la migración legal, no solo en el acto de migración en sí pero en su proceso de asimilación; (iii) como desincentivamos la migración ilegal, dentro del marco de derechos humanos y en coordinación con nuestros vecinos del norte y del sur; y (iv) como usamos la migración legal como palanca para atraer talento y diversidad a nuestra sociedad. La tentación de estas decisiones es caer en un esquema de juego suma cero, donde el que unos ganen significa forzosamente que los otros pierdan.
Seguro sobrarán posiciones extremistas, unas llamando a la creación de un “muro” donde no pase nadie al país, otras llamando a una situación de “fronteras abiertas” donde se permita entrar a todos. El reto será encontrar un equilibrio entre estas dos posturas, talvez la solución sea un gran “muro” –para satisfacer las voces más radicales que necesitan seguridad contra inmigración descontrolada-, pero con una gran puerta que sea inteligente y que opere con compasión – para cumplir con los deberes de asistencia que tenemos como país y como seres humanos y permitir/fomentar la migración que engrandezca nuestro país-. No la tenemos fácil, siempre hemos criticado a los E.U.A. por el trato a nuestros connacionales, es hora de ver si nosotros estamos a la altura de quienes ahora busquen refugio y oportunidades en nuestro país.