Los medios no son enemigos del pueblo. El verdadero enemigo del pueblo es la ignorancia (ya sea por no conocer la verdad, dudar o hacer caso omiso de ella).
No es posible vivir en una democracia real sin una prensa desarrollada.
Una de las grandes misiones de la prensa es exigirle al poder que rinda cuentas; para hacerlo, divulga hechos que quienes están en el poder preferirían mantener ocultos. La corrupción depende de la habilidad de ocultar, pues solo se puede exigir la rendición de cuentas si se conocen los hechos.
Los fundadores de este país lo sabían muy bien. También creo que Donald Trump lo sabe, por eso intenta de manera deliberada acabar con esa función.
Una prensa libre y sin temor es el mejor aliado de una nación libre y próspera. Por otro lado, el tipo de presión obstinada y constante que involucra la tarea de divulgar información requiere la existencia de una prensa profesional: personas que puedan vivir y mantener a una familia gracias a su arduo trabajo en busca de la verdad. También debo aclarar que me refiero a la profesión de manera muy libre, desde las noticias por cable hasta YouTube y desde el periódico de una ciudad importante hasta un blog.
A nadie le gustan más las frases pegadizas que a Trump. Le encanta poner etiquetas. Es feliz cuando les pone apodos tontos y burlones a sus enemigos con el propósito de minimizar cualquier debilidad percibida para que nadie la note.
Si se tratara de cualquier otra persona, sería una conducta trivial, una simple ocurrencia. Pero Donald Trump es el presidente.
El púlpito de la intimidación presidencial es igual de poderoso que cualquier medio noticioso, o quizá incluso más, en parte debido a que por lo regular esos medios propagan sus mensajes.
Por lo tanto, sus repetidos ataques en contra de la prensa —incluso en contra de algunos periodistas en particular— se equiparan a la transgresión más grave de los protocolos, y me atrevería a decir que generan responsabilidad constitucional, pues representan una de las muchas pérdidas cuantificables de esta presidencia.
Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac dada conocer la semana pasada reveló que los republicanos dicen, del 49 al 36 por ciento, “que los medios informativos son enemigos del pueblo. Los demás grupos incluidos en la lista, ya sea por partido, género, educación, edad o raza, afirman que los medios son una parte importante de la democracia”.
Trump está transformando un ligero desencanto con la prensa en un arma para erosionarla todavía más.