Laura Casados
Recientemente, ha llamado la atención de muchos una situación en la que se ve envuelta la discriminación, el racismo, la talla baja y la realidad que solemos vivir día con día.
Una verdad muy cierta es que las personas con talla baja jamás vamos a estar exentas de burlas, miradas y señalamientos debido a que solemos tener una diferencia que llama la atención de otros.
La discriminación es un tipo de violencia pasiva, en la cual se designa un trato diferencial, inferior o desprecio inmerecido por motivos de raza, sexo, ideología, religión, condición física, etcétera. Lo complicado de esto es en primer lugar que no se suele quedar únicamente en palabras, ya que en la mayoría de los casos suele haber agresión física y, en segundo, la violencia psicológica, la cual es la parte más complicada de tratar, ya que un golpe duele al principio, pero con el tiempo sana hasta desaparecer y las palabras e insultos siempre permanecen.
Se viralizó un video de Quaden, un niño australiano de nueve años con acondroplasia que menciona estar cansado del ‘bullying’ que vive en la escuela. En la grabación, pide que lo maten. Como muchos lo comentan, afortunadamente este caso fue un parteaguas para que se hablara acerca de la talla baja y la discriminación que suele haber a este rubro, pero es importante resaltar que esto no es nuevo, ya que los que tenemos dicha condición hemos pasado por estas situaciones y que muchas veces han puesto en peligro nuestras vidas. Así como hay personas que sufren no por su condición, sino por toda aquella indiferencia que se suele tener; algunos han recurrido al suicidio por esta misma causa, pero muchos otros se refugian en las drogas y el alcoholismo y eso también es estar muriendo poco a poco en vida.
Algo que es fundamental para poder mejorar esto son los padres, porque erradicar la discriminación tardará tiempo. La mejor opción es empezar desde casa y enseñarles a respetar a los otros y a amarse tal y como son, que sepan usar sus diferencias como una ventaja para salir adelante y apoyar a otros.
La mejor lección que les podemos dar es que nadie es perfecto ante los ojos de otros, así que es mejor amarse tal cual, pues eso nos hará únicos e irrepetibles.