Miguel Rodríguez
Hace unos días, conocí el caso de un hombre de 25 años de edad al que despidieron de su trabajo porque su jefe, literalmente, no se lo aguantaba más. La razón, muy poderosa: su empleado dedicaba el 70 por ciento de la jornada laboral mirando el teléfono móvil. El joven trabajaba en un puesto fijo de venta de dulces en un centro comercial, pero según el acongojado empleador, las cámaras de seguridad revelaban que muchos clientes se iban porque, o no los atendía correctamente, o simplemente se desanimaban al ver al trabajador ‘encarnizado’ con su celular.
Después de conocer este caso no queda más que hacer la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo pasas al día mirando el móvil mientras trabajas? Porque si la respuesta supera las 100 veces quiere decir que sufres de hiperconexión y eso afecta tu productividad. Es bueno aclarar que el uso del teléfono móvil en el trabajo no es malo, siempre y cuando no se convierta en algo repetitivo que lleve a desatender las obligaciones que tiene. Es frecuente observar a muchos empleados distraídos o concentrados en su celular, chateando, haciendo selfis, enviando mensajes o jugando, dejado de lado sus obligaciones como empleados, administrativos e incluso como jefes.
Ese uso excesivo del celular, que en muchos casos ha destruido familias, está ahora afectando la productividad de las personas, pues según estudios, las personas cada vez más se distraen con el celular dejando de lado sus obligaciones. En tal caso, el afectado no solo es el empleado, sino también el empleador, el comprador y la economía en general, que ve mermadas las transacciones, en el caso de los comercios. En cuanto a las empresas, el tema va más allá. Se ha convertido en un reto para los departamentos de personal el darles manejo a estas situaciones.
Finalmente, creo que las empresas deben tener políticas y reglas claras en cuanto al uso del celular en el trabajo y estoy convencido que una buena opción es tenerlos en modo silencio.