Cuando recordemos que nuestro desánimo, no es mayor que nuestros logros, estaremos más cerca de aplastar a un ‘enemigo’ silencioso y letal
Miguel Rodríguez
Todo lo que tu no puedas gobernar te va a someter tarde o temprano; entre esas cosas está el desánimo.
No digo que no debamos sentir esa tóxica sensación o que no lleguemos en algún momento a vivir algo que nos desanime, porque de lo contrario seríamos de otro planeta. Lo que no debemos permitir es que el desánimo acabe con nuestras ganas de seguir adelante.
El desánimo es la razón de que tres de cada cinco emprendimientos fracasen, porque, sea por la razón que ocurra, las dificultades y los problemas siempre van a menguar nuestro avance.
La pregunta es: ¿Cómo logramos ganarle al desánimo? Hace poco un buen amigo se enfermó durante una semana y cuando al fin salió de la clínica estaba con el ánimo abajo.
No dudo que sus quebrantos de salud hayan sido algo difícil, pero, cuando me dijo que estaba abatido, le respondí que se olvidara por un momento de esa penosa semana y se conectara con su esencia: ser emprendedor. Es un hombre que tiene asegurado el éxito casi en todo lo que se proponga, pero el desánimo lo había bloqueado.
Así que la cura contra este mal está justamente en nosotros mismos; es decir, cuando creemos en nosotros y nos motivamos desde adentro, cuando creemos que somos inspiración y no frustración. Cuando recordemos que nuestro desánimo, no es mayor que nuestros logros, estaremos más cerca de aplastar a un ‘enemigo’ silencioso y letal.