En medio de la pandemia, Donald Trump acusó al dictador venezolano Nicolás Maduro de narcoterrorismo, narcotráfico y lavado de dinero
Jorge Castañeda
El jueves 19 de marzo, en medio de lo que quizás es la mayor crisis sanitaria y económica del mundo desde la Gran Depresión, el Gobierno del presidente Donald Trump acusó al dictador venezolano Nicolás Maduro de narcoterrorismo, narcotráfico y lavado de dinero.
El Departamento de Estado de Estados Unidos ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por información que conduzca a la detención de Maduro y también acusó a otros altos funcionarios, incluido el ministro de Defensa del país, Vladimir Padrino López, de conspiración para el contrabando de narcóticos.
Hay diferentes maneras de interpretar este giro de acontecimientos. Maduro podría ser culpable, pero también es posible que Donald Trump esté jugando a la política en un año electoral.
La primera pregunta es si estas acciones se mantendrán, lo cual no siempre es el caso cuando Estados Unidos está involucrado. A pesar de las afirmaciones estadounidenses, su supuesto excepcionalísimo con respecto a la democracia y el Estado de derecho siempre está en duda. En mi próximo libro, ‘America Through Foreign Eyes’, analizo de manera crítica la insularidad latente de Estados Unidos desde mi propia experiencia como extranjero, en un momento crítico cuando la creencia de que la nación es inmune a los desarrollos en el extranjero ha vuelto a surgir y, simultáneamente, está siendo cuestionada.
Los fiscales federales en Nueva York y Miami presentaron cargos contra Nicolás Maduro y algunos de sus aliados.
Pero esa acción, en sí misma, no es una razón suficiente para suponer que esos cargos son válidos.
El historial de Washington en ese tipo de medidas no es confiable. Estados Unidos tiene una larga historia de intervención en América Latina, desde las acciones que involucraron a Manuel Noriega en los últimos tiempos, hasta Augusto César Sandino en Nicaragua en la década de 1930 y Pancho Villa en 1917.
Sin embargo, la esencia de estas acusaciones condenatorias contra Maduro ha estado en el aire durante años; a nadie le sorprendería, ciertamente a mí no, que se demostrara su culpabilidad.