El CAPFCE creó su propia especificación para cancelería, herrería y acabados
Raúl Lorea
Como comenté en la entrega anterior, el gobierno federal decidió desaparecer una institución con una trayectoria de 75 años de edad que tenía en su haber la construcción de innumerables aulas y escuelas en todo el país.
Recuerdo una broma que hacía un amigo mío, supervisor del CAPFCE: “a la Sierra Gorda llega primero la coca-cola, las papitas y el CAPFCE”. Lo anterior para recordar que había construido escuelas en lugares donde no se podía llegar con vehículos. Era una labor institucional muy noble para llevar educación básica a todo el país.
Si bien, el diseño arquitectónico de las aulas tipo CAPFCE no tenía las mejores cualidades estéticas, sí ofrecía grandes ventajas para la administración pública.
Se logró definir costos paramétricos que permitían una rápida y certera planeación de los presupuestos para cada escuela, ahorrando hasta un 50% del tiempo administrativo y reduciendo los márgenes de error.
Por otra parte, los cálculos de ingeniería civil llevaban hasta un 70% menos tiempo pues únicamente era necesario obtener las características del lugar de construcción (mecánica de suelos y topografía) para calcular la cimentación, y el resto del edificio ya estaba muy bien analizado.
El CAPFCE creó su propia especificación para cancelería, herrería y acabados, fue una institución cuyo diseño modular representó dignamente a México en América Latina, India, Tailandia, Filipinas, Italia y Yugoslavia en pro de la educación de miles de niños. CAPCFE fue e hizo escuela, la extrañaremos.