En el caso del Metro de la Ciudad de México, son tres los accidentes que han ocurrido en esta administración
Roberto Mendoza
La vida es un conjunto de sucesos: algunos afortunados… otros desafortunados. Estos eventos, creen algunos, acontecen debido a la suerte; si se presentan varios desafortunados de manera continua, se dice que se tiene mala suerte. Desde el inicio de esta administración, el Gobierno encabezado por el presidente López Obrador ha enfrentado diversos retos, y uno pareciera cada vez más difícil que el otro y además con el constante acoso, señala AMLO, de sus adversarios. ¿Ha sido la mala suerte o es otra cosa? Permítame darle tres ejemplos:
La inflación. Los precios de los productos básicos han subido este año hasta 6 por ciento, pero muchos productos tienen alzas que van del 12 al 40 por ciento, la gasolina Magna está en 22 pesos, la tortilla en 20 pesos y el aguacate en 80. El precio de estos tres productos depende de causas internacionales que afectan a todos en el mundo; entonces es mala suerte, porque ningún Gobierno puede hacer frente a estos efectos. Pero el presidente nos ha dicho que él controla el precio de la gasolina y el de la tortilla, entonces es su responsabilidad que no se haya puesto un freno a estos precios.
Ahora veamos el asunto de la vacunación contra la COVID. La idea inicial es que todos los adultos mayores se deberían de haber vacunado a finales de marzo, pero por diversas razones, sobre todo causadas por atrasos de las farmacéuticas internacionales, no se pudo llegar a la meta. El universo de vacunación es de 15 millones de adultos mayores, pero al 27 de abril solo se vacunaron 11 millones, y los otros 4 millones decidieron no recibirla; mala suerte… no se cumplió ni en tiempo ni en número. Pero el presidente mintió varias veces; dijo incluso que México había donado vacunas a naciones más pobres cuando en realidad tuvo que comprárselas o aceptar donaciones de a esas naciones, como fue el caso de la India, y aseguró que si se llegaba a la meta de los 15 millones, habría una inmunidad del 80 por ciento, pero tampoco pasó, entonces es su responsabilidad, porque no fue efectivo su plan de vacunación.
En el caso del Metro de la Ciudad de México, son tres los accidentes que han ocurrido en esta administración. El primero, en marzo de 2020, en la estación Tacubaya: dos trenes se impactaron y dejaron un muerto y 41 heridos; el segundo, un incendio en el centro de control, donde murió una persona y hubo 29 heridos; y el tercero, el derrumbe de una estructura elevada en la línea 12 que dejó un saldo de 26 muertos y 80 heridos. En tres años, 28 muertos y 150 heridos. El primer accidente fue por un error humano; el segundo, por un corto circuito, y el tercero, que ha sido calificado como incidente por la jefa de Gobierno, es decir, para ella no fue tan grave. Aún no se sabe la causa, pero todo parece indicar que fue… la mala suerte. Solo bastaron siete meses de gobierno para tener el primer accidente en el sistema. ¿Por qué no se hizo una revisión exhaustiva? ¿Por qué después del segundo accidente no se implementó un plan de contingencia? Si ya había estos antecedentes graves, ¿por qué esperar un tercero? ¿Por qué no se cierra el Metro y se le hace una revisión a fondo y se arreglan todos sus problemas graves? Y si hay, vienen las lluvias, habrá inundaciones en muchas estaciones y puede haber un temblor en cualquier momento. ¿Hacen falta más muertos?
No es mala suerte. Es responsabilidad, administración, planeación, presupuestación… es tener criterio; es empatía. Usted, cuando por mala suerte tiene que estar hospitalizado, piensa: ¡Al carajo, que no me visite nadie! ¡Hipócritas!, o agradece el gesto, la humildad y la solidaridad. Nada ha sido mala suerte; solo una soberbia casi infinita.