Aquí es en donde está la diferencia que al final nos permitirá avanzar en la vida
Miguel Rodríguez
Por estos tiempos, se hace imprescindible ejercer mucha sabiduría en la toma de decisiones a nivel empresarial. Todos hemos sentido los coletazos de la pandemia en nuestras vidas en muchas de nuestras áreas, sean estas familiares, sociales, de educación o de economía; en esta última, sea como empleado, emprendedor o empresario, en cualquiera de estos roles el tomar una decisión o el aceptar una no es fácil, y podemos caer en la mala sensación de sentir coraje, pero es aquí donde se pone interesante: ¿Qué tipo de coraje vas a dejar a la interpretación de nuestras emociones? ¿Cuál tipo de coraje nos ayudará a levantarnos o nos dejará más devastados?
Aquí es en donde está la diferencia que al final nos permitirá avanzar en la vida, pues de esto es lo que este corto paso por nuestra existencia nos debe enseñar; si por situaciones adversas somos empleados y perdemos nuestros puestos laborales, lo más seguro es sentir que todo terminó, pues al estar en esta zona de confort laboral y ver que todo de la nada se esfuma por situaciones que no podemos controlar, seguramente nos puede embargar esos sentimientos y ese coraje entendido como la rabia y el enfado por no poder haber evitado esta situación o el suceso adverso del despido, pero aquí es donde está la diferencia: el aprender a asumir las cosas y ver luz en donde muchos ven oscuridad.
Aquí, la importancia del saber qué interpretación darle a las palabras, pues si logramos transformar ese coraje desde otra línea de la interpretación, podemos asumir ese despido como el valor, decisión y el apasionamiento con el que se puede generar una acción para afrontar una dificultad; en palabras más sencillas, llenarte de ese coraje que transmite acción para comenzar a visualizarte ya no como un empleado, sino como un soñador que desea cumplir como emprendedor con los sueños de gestar su modelo de negocio a fin de no quedarse esperando a que lleguen nuevas oportunidades a la puerta de su casa, sino, por el contrario, despertar al mundo empresarial y dar inicio a gestar un camino que en un futuro le recordará que la mejor decisión no fue la rabia, sino el elegir una nueva vida: la de los negocios.