Con la pandemia en su tercera ola como máximo punto de discusión social, además del regreso a clases presenciales, en Querétaro no ha sido tan sonado el aniversario 25 de la declaración de la capital como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
En 1996 Querétaro recibió esta distinción. Ciertamente, la capital queretana era muy distinta a lo que hoy es. Las necesidades que en ese momento hoy son totalmente distintas. Nuestro Centro Histórico enfrenta retos por los cuales las políticas públicas deben estar a la altura de estas circunstancias.
El dilema en el que nos encontramos hoy es el equilibrio entre el legado cultural e histórico de nuestros sitios y monumentos, respecto de la modernidad que exige la dinámica poblacional que representa convertir las casonas en espacios de esparcimiento, o bien en espacios culturales.
Incluso, de 1996 a la fecha muchos de sus habitantes habituales han comenzado a abandonar el primer cuadro de la ciudad ante la irrupción de Querétaro con el turismo. ¿Cómo convivir con la necesidad de promover e incentivar el turismo para tener una derrama económica sin afectar a los vecinos que con gusto se esforzaron en recibir ese nombramiento en 1996? Son retos que sin duda, mediante el diálogo, la concordia y la voluntad para mantener a Querétaro como patrimonio, tendrán que atenderse y qué mejor que con motivo de este aniversario.
Los contagios por la COVID-19 siguen avanzando. No hay que bajar la guardia. Se requiere promover las medidas sanitarias y mitigar la propagación del virus.
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