Claudio Sarmiento
El Día Mundial sin Automóvil (DMSA) del pasado 22 de septiembre no conmemora un acto, personas o eventos pasados. Y a pesar de que la Secretaría de Movilidad del Municipio de Querétaro lo haya celebrado con un evento deportivo, el día tampoco busca promover el uso recreativo de la bicicleta. El DMSA es un ejercicio prospectivo que invita a reflexionar colectivamente sobre el impacto del auto y las maneras de promover medios de movilidad más sostenibles. Mejor aún, busca proponer acciones a largo plazo que nos acerquen a una realidad desligada del auto.
En Querétaro, la visión del futuro de la ciudad no solo incluye al auto, sino la hace co-dependiente de él. Cuestionado tanto por especialistas locales como nacionales, la propuesta del gobernador electo de proponer un segundo piso para lidiar con los problemas de tráfico de la ciudad va en contra del espíritu del DMSA. Es contrario a las metas de ahorro de energía, calidad del aire y el combate al cambio climático, sin ofrecer mejoras alternativas al 70% de la población que no tiene acceso al automóvil. ¿Si un segundo piso no mueve a la mayoría de la ciudadanía, entonces qué mueve?
No hay duda que estas obras públicas movilizan recursos humanos, políticos, financieros; apuntalan a la industria automovilística, conectan zonas económicas y aceleran intereses de capital. Pero si la (pro)visión vial solo contempla mover automóviles veloces, entonces el Día Mundial sin Auto seguirá siendo un ejercicio recreativo sin seriedad alguna.
MT