Los Blanchet
Demostrado está que las grandes obras de la humanidad tienen su origen en la mente de alguien que pensó en grande. La carrera espacial, las obras faraónicas, el surgimiento de grandes imperios o las redes sociales de cobertura mundial surgieron de mentes no necesariamente brillantes, pero sí tenaces, ambiciosas, en el bueno o en el mal sentido, como se le quiera ver.
Pensar en grande no es sinónimo de soñar despierto, del romanticismo de imaginarse, sin más, al frente de un consorcio de clase mundial que cambie al mundo con productos o servicios innovadores. Porque si se trata de propuestas, todos tienen una, pero pocos hacen por impulsarlas. Pensar en grande involucra acciones encaminadas y enfocadas a la materialización de esas ideas, (o como suelen decir los gringos: ’toda buena idea degenera en más trabajo’), a sabiendas de que habrá un imprevisible número de obstáculos a vencer, que nuestro proyecto encontrará resistencias al cambio y que probablemente afectará los intereses de alguien.
En su libro “La magia de pensar en grande”, David J. Schwartz enumera una serie de conductas y prácticas necesarias para que el pensamiento positivo se traduzca en realidades concretas, como adquirir el hábito de la acción, establecer metas progresivas y alcanzables pero, sobre todo, que lleven a la creación de proyectos que proporcionen beneficios a la colectividad y que sean sustentables en el tiempo, es decir, no ocurrencias encaminadas al enriquecimiento exprés o a la glorificación personal.
En diversas entrevistas, el exgobernador de Querétaro, Ignacio Loyola Vera, contó que lo primero que hizo al iniciar su administración fue preguntar, investigar sobre lo que la gente necesitaba y esperaba. Priorizó la importancia, la factibilidad y la sustentabilidad de los proyectos encaminados a satisfacer dichas demandas y se puso manos a la obra. Uno de los resultados de dicha práctica fue la construcción del entonces Aeropuerto Intercontinental de Querétaro (ahora Aeropuerto Internacional de Querétaro), que relevaría al pequeño y limitado puerto aéreo que por años sirvió a la ciudad y al estado.
El alcance del proyecto ha sido enorme, al detonar otros de escala también internacional. En el siguiente sexenio, el de Paco Garrido, se inició el proyecto de clúster aeroespacial, marcado por la llegada de Bombardier y, con ello, la de más participantes como Airbus, Safran y otros, así como la creación de la Universidad Aeronáutica de Querétaro (UNAQ) y empresas de soporte y servicio. El desarrollo aeronáutico fue tan provechoso para el estado, que los siguientes gobernadores, -el priísta Pepe Calzada, el panista Pancho Domínguez y ahora Mauricio Kuri-, lo continuaron impulsando decididamente, siendo favorecido por el arribo imparable de inversiones en este y otros sectores productivos.
La dirección que los gobernadores de Querétaro, sin excepción, han dado al estado en materia económica parece clara: fomentar el desarrollo económico, en contraste y a pesar de la actual debacle, la desconfianza y la desinversión en el resto del país. Continuando con la tradición, Mauricio Kuri proyecta obras de infraestructura de vital importancia para la ciudad, como fue el desarrollado por Paco Garrido en su tiempo: el Acueducto II. La tercera etapa de esta saga garantizaría el suministro de agua por los próximos 100 años.
Y es que no hay de otra. No es sólo un asunto de prestigio. Y aunque mi abuela diría que simplemente con pensar ya vamos de gane, pensar en grande es el modo obligado para sobrevivir en medio de la desesperanza y el caos del entorno nacional y la competencia global.
Cosas de vida y muerte
En México, lo que sobran son tradiciones, y una de las más significativas es la del “Día de Muertos”. Los mexicanos vamos de la agonía al éxtasis con nuestras costumbres y sentimientos ya que, por un lado, somos “jarritos de Tlaquepaque”, pero por otro, solemos burlarnos de todo, incluida la muerte. Pero el año 2020 y este 2021 han sido diferentes: hubo un clima de verdadera nostalgia ante la profusa pérdida de seres queridos, conocidos y hasta desconocidos, provocada por semejante peste. En los altares aumentaron las fotografías, así como también el presupuesto para su colocación, porque ahora tuvieron que poner más pan, más cempasúchil –que por cierto, China ya nos ganó en la producción de tan emblemática flor-, más antojitos y hasta más tequila. Pero en México, primero muertos que pichicatos.
El altar que nos hizo sentir orgullosos fue el dispuesto en Plaza de Armas, en el mero centro de Querétaro, el cual estuvo dedicado al cineasta queretano, Rosalío Solano.
Los mexicanos hemos hecho todo lo posible por enaltecer nuestra manera de celebrar a nuestros muertos, tratando de hacer a un lado las gringas costumbres del Halloween, de salir disfrazados a pedir “dulce o truco”. Que pensándolo bien, eso de salir a pedir algo gratis con tal de dejar de molestar, es algo muy mexicano. Agregando que desde que comenzó la pandemia nuestras vidas son un Halloween permanente, porque eso de salir con cubrebocas y bañados con gel desinfectante que parece “ectoplasma”, nos hace sentir como en Ghostbusters.
Por mi parte, dejaré atrás eso de disfrazarme, ya que a mi edad no es apto, ni de buen gusto. Intenté disfrazarme a mí misma -obvio, contratar a profesionales es caro-, pero mi decepción fue aplastante al mirarme al espejo y ver un panda parlante en vez de una Catrina, pero lo peor… ¿En qué estaba yo pensando? ¿por qué supuse que al pintarme la cara de calaca, en automático el “puerco” se me iba a adelgazar cual Vitola? Pedí una disculpa porque sólo acabé siendo una “calaca Michelin” que se atrevió a salir en Día de Muertos. Igual y para la próxima me disfrazo de aspiracionista, neoliberal, fifi o puma. Creo que eso sí le daría miedo a más de uno.
Una de las cosas importantes que se acostumbra hacer en estos días, es acudir al panteón -con todo respeto, no es nuestro sitio favorito para visitar amigos y parientes-, para homenajear a los respectivos difuntos, aunque nos hemos encontrado que hay gente que se confunde y anda llorando en las tumbas de otros. En Querétaro todo fue preparado para esta acostumbrada y masiva visita y, por cuestiones de control, en las entradas se dispusieron filtros sanitarios que, al parecer, los muertos agradecieron, ya que no se recibió reporte alguno de contagio de difuntos.
Dedicado a nuestros hermanos y amigos hasta el cielo: Adriana Cortés, Miak, Lulú, Alonso, Alberto y Emilio.