Las políticas públicas son actos de gobierno, que a diferencia de una política de gobierno, implican la participación ciudadana, y que tiene objetivos de interés público que se determinan mediante técnica y un proceso específico.
Si bien puede variar dependiendo del autor, de manera resumida podríamos decir que las políticas públicas tienen 4 fases: 1. un diagnóstico, saber que problema queremos solucionar o que beneficios debemos generar; 2. Planteamiento de objetivos, qué buscamos lograr de manera concreta y cómo hacerlo; 3. Implementación, desarrollo de los actos de gobierno que permitan conseguir esos objetivos, y finalmente, 4. Evaluación, para saber si nuestra política pública funciona, o no, y si tiene errores que se pueden corregir.
Todo este proceso debe ser acompañado por la ciudadanía, por las personas con interés, o que son expertas en el tema que se busca abordar, a efecto de que tenga una utilidad auténtica para la población y sus beneficios sean tangibles, verificables.
A principios del siglo XX, México avanzó mucho en este tipo de programas, se creó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), una instancia gubernamental para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México.
Se facultó a la Secretaría de Hacienda y a la Función Pública, para la elaboración de las políticas públicas, a efecto de que evalúen los resultados económicos y la eficacia administrativa de lo que el gobierno hace y sepamos, tanto el propio gobierno, como la ciudadanía, si lo que están haciendo sirve y a quien le sirve.
Es decir, esta figura también permite la transparencia y la redición de cuentas de lo que se hace con nuestros impuestos.
El problema, es que en la actual administración federal, con ese desprecio por la técnica, han minimizado su uso. Se han creado programas sociales, sin diagnóstico, sin determinar objetivos claros, y por supuesto, la evaluación se ha omitido o los resultados se han ignorado.
Al inicio del sexenio, cuando se presentaron los Programas del Bienestar, como Sembrando Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro, el CONEVAL advirtió que estaban mal diseñados, que su falta de objetivos específicos impediría una evaluación adecuada y la imposibilidad de saber su verdadera utilidad.
En respuesta, el presidente López Obrador rechazó las observaciones del CONEVAL, trató de desaparecerlo -afortunadamente sin éxito- y dijo que él tenía otro datos.
Hoy, a 5 años de gobierno, los resultados de haber ignorado a las políticas públicas, y haber implementado programas sociales improvisados, mal hechos, se refleja en una cruda realidad: la pobreza extrema aumentó de 8.7 a 10.8 millones de mexicanos.