Jorge Maldonado
En México la desaparición de personas ha sido una tragedia en aumento; es un problema de los más delicados para un estado y su imagen en el contexto nacional.
En México lo más preocupante es la simulación y la mentira oficial.
La recomendación internacional para combatir el problema (vinculado necesariamente a un crimen de Estado) es la de visibilizarlo, estableciendo bases de información como el Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No Localizadas.
De 1988, al mes de abril de este 2024, más de 114 mil personas están desaparecidas, según las cuentas del gobierno federal.
De este número de personas no localizadas, el 41% han desaparecido del 2018 a la fecha, es evidente que la estrategia de seguridad y/o de búsqueda y localización, no está funcionando.
Pero no solo se disfraza el mensaje de los datos. También se ataca al mensajero.
De forma paradójica e indignante, en México las madres buscadoras son asesinadas por buscar a sus familiares desaparecidos. Así le ocurrió a 5 activistas en 2022 y otras 3 en 2023.
A las madres que legítimamente buscan a sus familias, también se les desaparece, se les secuestra, se les amenaza. Piden protección y reciben el silencio por respuesta desde palacio nacional. Y si no es silencio, es minimizar los hechos o criminalizar a estas grandes mujeres.
El problema es tan grave, que en la Ciudad de México había un crematorio clandestino, el cual fue hallado no por las autoridades, sino por un colectivo de activistas. No sorprende, en los últimos años, la capital ha sufrido un aumento del 1,993.5% en personas desaparecidas. Pasaron de 62 desapariciones en 2018 a 1,298 en 2022. Indigna y preocupa la apatía respecto a este grave conflicto.
En México necesitamos que las personas sean vistas como personas, no como cifras (maquilladas).