Reforma al Poder Judicial: Miguel Flores

Miguel Ángel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor

LO BUENO

Muchísimo interés ha provocado la propuesta de Reforma al Poder Judicial. Propios y extraños hablan del tema. El trabajo de jueces, ministros y magistrados esta en tela de juicio y la ciudadanía se ha interesado en el sistema de justicia mexicano como nunca antes. Es momento, por supuesto, de aprovechar esta coyuntura (aunque creada desde el Gobierno federal) para animar un diálogo real con expertos y profesionales, abierto a la ciudadanía y no solo a los simpatizantes del gobierno en turno, francos a recibir retroalimentación y con el ánimo de sumar ideas, reescribir la propuesta inicial y legislar la reforma que sí necesite el Poder Judicial.

LO MALO

La intención de elegir a jueces, ministros y magistrados por voto popular es el foco principal de la discusión de quienes están a favor y en contra de la Reforma Judicial. El tema no es menor, pues a pesar de que los simpatizantes del presidente aseguran que habrá candados para evitar que cualquier persona con poca preparación pueda llegar a ser juez, queda la duda, la incertidumbre y la genuina desconfianza de que esto sea una garantía. Mucho hay que debatir para desarrollar una iniciativa completa, sin lagunas, sin resquicios ni pendientes que pudieran ser aprovechados por aquellos que pretendan sacar beneficio propio del sistema.

LO PEOR

Es incosteable pensar en un ejercicio democrático para elegir por voto popular a miles de jueces, ministros y magistrados. Además de la participación ciudadana que se requiere para validar un ejercicio de esta naturaleza, es evidente que no hay capacidad técnica para poder dar a conocer a los electores a todos y cada uno de los potenciales candidatos a dichos cargos en el Poder Judicial, y elegir a ciegas nos llevaría a la premisa anterior, no tener la garantía de que aquellos que resulten seleccionados puedan o no contar con las credenciales suficientes para aplicar justicia. No es algo para legislar ‘fast track’.