Pensar que los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Venezuela, Nicolás Maduro, no son inteligentes es algo inconcebible. La fortuna amasada por ellos no la consigue un ignorante aunque el nivel cultural del mandatario venezolano es inferior al de su colega, algo tiene para no perderla
Es por eso que el uno y el otro se hacen el juego para tener entretenidos a sus seguidores. Trump está acosado por las nuevas acusaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2017 y dudas en torno al despido del jefe del FBI en 2017.
Trump en un cinismo único manifestó hace algunos días que “nunca he trabajado para Rusia”, algo que muy poco le creen. Para rematar el entretenimiento afirmó que su gobierno estudia medidas para reconocer al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó controlada por la oposición, como líder de facto del país, en vez del presidente Nicolás Maduro.
Por su parte el “inteligente” mandatario del país sudamericano detuvo el fin de semana, de manera momentánea, a Guaidó y tras el escándalo fue dejado en libertad pero señaló a decir que lo hizo para evitar que fuera secuestrado.
En conclusión los dos pastorcitos mentirosos no saben qué hacer y aunque es poco probable que abandonen el poder pero también es cierto que día a día tendrán que aumentar la creatividad para tener entretenidos a su votantes.
Claro que Trump tiene sobre la mesa la situación de la reactivación del gobierno federal, parcialmente cerrado por falta de presupuesto, instancia a la que llegó porque el Congreso no le aprobó los recursos para concluir la construcción del muro que impide principalmente el paso de los migrantes centroamericanos a los Estados Unidos.
Esto es un tema espinoso que mantiene en ascuas a la administración que se ve afectada por que no hay personal para atender varios frentes de trabajo. En conclusión ambos representan los extremos de la derecha e izquierda lo que ratifica que los extremos no son buenos y los gobiernos nacionalistas y populistas son lo peor.