¿Realmente las gubernaturas han dejado de ser un espacio solo para los hombres
Javier Esquivel
“La democracia sin mujeres está incompleta”.
Transcurría el mes de marzo del 2012, se esperaba un arranque poderoso que conectara, comunicara y convenciera a miles de mujeres de todo el país que se encontraban en el Estadio Azul de la Ciudad de México, como del otro lado de la pantalla de televisión y pendientes en las redes sociales.
Como en toda campaña, eventos de arranque y cierre de campaña, los debates electorales y entrevistas televisadas son indicadores y termómetros de lo que representa un proyecto electoral. Son eventos mediáticos llenos de simbolismo que aún tienen peso específico en la forma de hacer campañas en América Latina.
Sin embargo, ese mañana la magia de la persuasión y del marketing político no tuvieron efecto. Justo a medio discurso inaugural de la candidata a la presidencia de la República, las gradas del estadio empezaron a desocuparse dejando una imagen de abandono, desorganización e incluso llenando el ambiente a un olor de error premeditado.
¿Qué fue lo que sucedió ese día? Muchas voces dieron una posición, pero varios análisis documentados -a más de nueve años del hecho- confirman sospechas.
Este episodio de las contiendas electorales en México y en América Latina abre un espacio profundo de reflexión y análisis con precedentes hacia lo que será la elección de 2021 en la que se renovarán 15 gubernaturas con amplia participación de las mujeres.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó la paridad en las gubernaturas y vinculó a los partidos políticos a postular a siete mujeres como candidatas, advirtiendo que en caso de incumplimiento se negarían los registros de las postulaciones de hombres.
Se trata de una contienda en la que participarán al menso 30 mujeres que buscan la gubernatura de ocho estados que gobierna el PRI, cuatro del PAN, uno de Morena, uno del PRD y uno independiente.
El contexto en el que se compite ahora abre la oportunidad para que las mujeres y hombres avancemos un paso más en la construcción de un sistema electoral más igualitario y equitativo.
Recordemos que hay una enorme brecha aún por cerrar en México sobre la participación de las mujeres en la política. Menos de 10 mujeres han sido gobernadoras en nuestro país y 25 entidades nunca han tenido una mujer en el Poder Ejecutivo estatal.
Independientemente de la evaluación de gobierno de las mujeres en un cargo de elección popular, pareciera inverosímil que después de décadas de tradición democrática, y a casi de 70 años del derecho de las mujeres a votar y ser votadas, en el país solo siete mujeres hayan conquistado las gubernaturas, Claudia Sheinbaum, (Ciudad de México), Martha Érica Alonso (Puebla), Griselda Álvarez (Colima), Amalia García (Zacatecas), Ivonne Ortega (Yucatán), Beatriz Paredes (Tlaxcala), Claudia Pavlovich (Sonora).
Candidatas a la presidencia de la República enumeramos mucho menos, Rosario Ibarra (1982), Marcela Lombardo (1994), Cecilia Soto (1994), Patricia Mercado (2006), Josefina Vázquez (2012), Margarita Zavala (2018).
Pero ¿Cuál ha sido el freno de este avance en un país donde la lista nominal de electores es de mayoría mujeres?
Diversos análisis identifican que el tema en México es estructural e integral. En los años 80 y 90 el modelo de comunicación política impedía una igualdad en la competencia electoral y las condiciones políticas con un partido hegemónico lo hacían toda vez más complejo.
Aun así, la primera candidata presidencial participó en dos ocasiones con mucho valor, rompiendo estereotipos, pero con muy bajos niveles de aprobación y muy pocos votos.
Para inicios del nuevo milenio, las decisiones directivas de los partidos, los modelos fallidos de rentabilidad electoral, falta de recursos financieros y apoyos en la movilización electoral por parte de los cacicazgos locales de los partidos, y las legislaciones laxas han sido algunas de las causas documentadas para frenar el avance de las mujeres para gobernar.
¿Qué nos espera en el escenario 2021?
En estos comicios uno de los aspectos que quedará en la mira de todos es el tema de la paridad de género y el papel de más de mil mujeres que buscan gubernaturas, diputaciones federales, locales y regidurías.
En el ánimo social y la agenda pública hay una exigencia mayor de mejorar sustancialmente las condiciones de las mujeres. No existe indicador o análisis serio en el que no resalten las problemáticas que enfrentan las mujeres.
La participación política, el freno a la violencia de género en todas sus variantes, la igualdad de oportunidades laborales y salariales y la garantía de su seguridad física son temas que arrojan la totalidad de las investigaciones necesarias para la construcción de una agenda y propuestas político electorales.
Por otro lado, la falta de narrativas de comunicación y acciones contundentes de los 30 gobernadores hombres de los estados y presidentes de partidos políticos acentúan más la visibilidad del tema. A pesar de que las dos mujeres que gobiernan sus entidades y la única presidenta de partido político han fijado posturas y ejecutado acciones contundentes, sin embargo, ante la falta de postura contundentes de los hombres que también legislan las hacen ver insuficientes.
Ante este escenario de demandas sociales y narrativas político-electorales las campañas electorales de las candidatas a los puestos de elección popular enfrentan tres principales retos de comunicación.
1.- Construir una campaña electoral suficientemente fuerte y estratégica en 90 días para no sucumbir ante los errores de sus antecesores hombres que han minimizado las problemáticas de género como una de las menos rentables electoralmente.
La transferencia de activos y pasivos de sus partidos políticos en este tema tienen un peso ambivalente que les puede sumar o restar votos. Habrá quienes deban romper con el pasado para garantizar, al menos en la propuesta, un futuro diferente para las electoras.
2.- Eliminar el sesgo que general el origen de su candidatura y, en algunos casos, de sus travesías por diferentes partidos políticos a los que ahora se postulan.
Capitalizar su condición de género y construir una propuesta electoral creíble a las necesidades y preocupaciones de las electoras de su demarcación deberá ser más importante que el ruido y guerra sucia que ahora se refleja en la opinión publicada.
Las candidatas que tengan las mejores alternativas de romper con el pasado y sean coherentes con su posicionamiento público antes de campaña tendrán la credibilidad y confianza de su lado.
3.- Evitar las narrativas de confrontación y polarización que han replicado sus institutos políticos desde la elección anterior. Replicar el mismo discurso nacional de descalificación partidaria o de los que gobernaron en el pasado en el ámbito local solo podría tener resonancia en una mínima parte de su voto duro más no en el electorado en el que buscan un posicionamiento diferenciado a la mayoría de los candidatos hombres.
El fondo es más importante que las formas para un sistema más democrático.
Las formas de la campaña y la estrategia son sin duda importantes, pero el fondo de lo que se pretende y puede lograr con mayor participación de las mujeres es aún más trascendental.
La mayor participación política de las mujeres en las gubernaturas debiera ser considerada como una herramienta para incidir efectivamente en la realidad de las mujeres. Los espacios políticos que ahora van a conquistar se traduzcan y reflejen en mejoras evidentes en la condicionen de vida de las mujeres, adolescentes y niñas en sus estados. Los congresos paritarios y la conquista de algunas presidencias municipales por parte de las mujeres aún no han sido suficientes para lograr esos cometidos.
El conquistar la tutela de un gobierno estatal podrá ser una herramienta adicional para acercar a las mujeres y hombres a encontrar mejores y ágiles mecanismos de política pública y participación social para disminuir la violencia política, la violencia de género, el feminicidio, la erradicación del trabajo infantil, la trata de personas y muchos rezagos como la explotación al trabajo de las mujeres indígenas y obtener un salario igualitario.
Parece ser que el momento es manifiesto, sin embargo, recordemos que esta participación mayoritaria de las mujeres en las contiendas electorales para gubernaturas surge de una recomendación de una institución electoral y no del consenso de los partidos políticos.
Este antecedente marca un área de oportunidad para reivindicarse y poner la mirada y acción en aspectos fundamentales como:
a) La protección de las candidatas a todos los cargos de elección popular ante cualquier tipo de violencia en los territorios en los que competirán; b) La capacitación efectiva que se requiere para ellas y sus equipos de trabajo y, c) El otorgamiento de todos los recursos económicos y humanos para efectuar una campaña competitiva independientemente de la intención de voto que muestran prematuramente las encuestas.
Pero lo más importante será generar nuevas reglas al interior de todos los partidos políticos que eviten postular a las mujeres a las gubernaturas estatales donde el voto no les favorece y eliminar las suspicacias y los síntomas que genera el síndrome del estadio vacío.
Bitácora de campaña.
En Tlaxcala competirá un solo candidato por la primera magistratura lo que amplía las probabilidades de que por segunda ocasión la entidad sea dirigida por una mujer luego de 30 años.
En Zacatecas Fernanda Salomé Perera será la primera mujer transgénero en participar por la gubernatura.
El promedio de edad de las candidatas a gobernadoras es menor de 40 años.
En Querétaro participan cuatro mujeres por la gubernatura, Celia Maya, Katia Reséndiz, Claudia Yáñez y Abigail Arredondo, una de ella ha participado en dos ocasiones lo que le da más experiencia por capitalizar.
La entidad queretana podría experimentar un aumentó en el número de mujeres electas como presidentas municipales que en años anteriores.
El tema del respeto a la vida y no al aborto será uno de los temas álgidos en los debates electorales donde participen las candidatas.
