Seth Pérez
Tras los festejos de diciembre se esconden acciones normalizadas que no las ventilamos como violencia y que requieren de la voz de todos para evitarla. En las mesas que festejan Navidad o Año Nuevo esperamos que como en las películas se reúna la familia a celebrar comiendo y disfrutando de regalos, pero ¿qué pasa con los excluidos y los requisitos para disfrutar esos días?
Por un lado en muchas casas no estará algún padre, hermano, abuelo, hijo u otro familiar que por alguna razón les impidieron ser parte de la celebración. La violencia es clara cuando a los hijos menores les impiden disfrutar de ambos padres, cuando se utiliza esta ocasión para señalar, juzgar y estigmatizar a los diferentes.
Estas celebraciones son caracterizadas por la cena, las sonrisas, los regalos y poco se valora el encuentro, el perdón, la solidaridad o la aceptación. En muchos hogares las condiciones precarias les impedirán los lujos, y en muchos hogares con lujos no podrán celebrar en unidad y en paz. No hay política pública para este fin y el objetivo de esta columna es que puedan identificar y evitar la violencia normalizada de la exclusión y de estigmatizar. ¿Cómo puede ayudar en su hogar o a sus prójimos en estas celebraciones?