Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Tal vez el pecado más grande de la humanidad sea la arrogancia. Se nos adoctrinó en el sentido de que fuimos hechos a imagen y semejanza del Creador, y como tales, no podríamos estar muy alejados de la perfección característica de aquel que nos dio la existencia. Una de las manifestaciones de tal soberbia es la costumbre de dar mayor importancia a lo que pensamos de la realidad que a la realidad misma, tema que hemos abordado anteriormente en este espacio, empujados por la frustración de atestiguar cómo en pleno siglo XXI las grandes decisiones son tomadas con base en criterios banales, filias y fobias de un puñado de poderosos, secundadas por un gran colectivo amaestrado, adoctrinado.
Y es que el alejamiento y el desdén hacia lo que ES, conduce inevitablemente al desastre en lo personal y en lo colectivo, ya que las decisiones tomadas no sólo no resolverán el problema, sino que lo empeoran al emplear energía, tiempo y recursos en lo que no funcionará. El quehacer científico no escapa a esta tendencia histórica.
Recuerdo una noche de guardia en el pabellón de Infectología del Hospital General de México en el que me encontraba realizando mi internado de pregrado. Una paciente me avisó, alarmada, que la paciente de la cama de al lado dejó de respirar. La examiné y constaté que, en efecto, se encontraba en paro cardiorrespiratorio, por lo que procedí a aplicar las maniobras de resucitación correspondientes, las cuales funcionaron y la paciente sobrevivió.
Más tarde informé sobre el hecho al médico residente responsable de la guardia, el doctor Glender (dr. “glande”, le apodaban sus compañeros) quien, sin más, se tomó quince minutos para darme una extensa explicación médico-científica de cómo lo que ocurrió esa noche no era posible, que no pudo haber sucedido, sin importarle mi reporte ni el testimonio de las otras pacientes presentes. Ese fue mi primer contacto con la negación y la arrogancia científica, en la que los hechos se subordinan a los esquemas mentales preexistentes, que podrán o no conceder a la realidad el honor de ser tomada en consideración, en lugar de partir de los hechos para buscar la explicación de su naturaleza y causas.
De manera similar, en lo nacional, los hechos evidentes parecen no ser suficientes para convencer a grandes sectores de la población acerca de la alarmante situación y degradación del país. La delirante idea de que aquí no pasa nada, suministrada religiosa y mañaneramente, sigue permeando en la mente colectiva y que increíblemente se refleja aún en las preferencias de cara a la elección que viene, basadas en la negación de los hechos que están a la vista del mundo entero. Percepción mata realidad. Es un salto al vacío.
Somos lo que comemos
Esta filosofía de vida la tenemos presente desde hace mucho tiempo. Es por eso que, desde hace más de treinta años somos vegetarianos no sólo por una cuestión de salud física, sino por una generalidad de mente, cuerpo y espíritu, que tratamos de cuidar para sentirnos bien con nosotros mismos. Filosofía: cuídate a ti y al prójimo.
Bajo este concepto, he de confesar que me he vuelto una especie de scanner ambulante al interactuar con las personas, para lo que suelo aplicar dos filtros para descubrir si lo que pasa por su tracto digestivo contribuye a que esa persona sea saludable y atrape mi atención, ya que he llegado a una edad en la que busco conversaciones nutritivas y de altura.
Primero observo el estado físico y si su carrocería no se ve tan golpeada, ya que el exterior es el primer filtro que denota lo saludable que uno pueda estar. El segundo filtro es al que le pongo más atención, porque el primero igual y sale con una “chaineada”. Aquí es cuando comienza la conversación y el bufete de palabras, ideas, obsesiones y sentimientos que emergen del organismo viviente en cuestión. Ahí se presenta la oportunidad de distinguir de qué se alimenta, y no me refiero únicamente a la comida, sino también a lo que los individuos ingieren en conocimientos, valores, educación y aspiraciones ya que, en mi opinión, el cerebro y el corazón son dos aparatos digestivos alternos, para los que el trayecto final es la boca, de la cual pueden emerger ideas sublimes o de plano en descomposición. Apuesto a que ustedes conocen a vari@s, que ni con enjuague bucal se les corrige el aliento y menos la ignorancia.
No soy nutrióloga, pero puedo distinguir que las personas necesitamos alimentarnos de distintas maneras, -no precisamente ser vegetarianos o veganos-, dado que si somos lo que comemos, requerimos de una variedad de nutrimentos de calidad, y más cuando deseamos ser inteligentes, buenas personas, conscientes, que queremos lo mejor para uno y para nuestro entorno, por ejemplo: nuestro país, el cual está alimentado a base de odio, engaño, desesperación, y donde a mucha gente le convendría en estos momentos tener una dieta rica en tacos de sesos y machitos en salsa, para que las cosas cambien.
¡Buen provecho!
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